Me tienes atado a ti de pies y manos.
Me tienes atado a ti de alma y corazón.
Amo mis ataduras. Si dioses u hombres me desataran yo mismo me ataría otra vez.
Y sin embargo temo que mi amor te pese, y que los nudos que me anudan a ti ciñan tu vida.
Debes ser libre para que yo puede ser tu prisionero.
Debes volar para que yo te siga a las alturas.
Que nada te detenga. Así me detendrás, y no andaré ya por el viento, por la noche, por la soledad.
Déjame seguir atado a ti, mujer.
Déjame seguirte.
No me desates nunca.
¿La muerte? Tampoco ella habrá de desatarme.
Atados seguiremos para siempre.
Tú, la muerte y yo.
¡Hasta mañana!...