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La expropiación de AMLO a los fideicomisos

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RODOLFO ELIZONDO

El sello de la casa del actual Gobierno es la destrucción. Antes de hacer un análisis mesurado sobre qué debe hacerse en materia de políticas públicas, prefiere destruirlas todas. En su cabeza ve una mesa desordenada, y en vez de limpiar la vajilla y tirar los platos rotos, prefiere tirar la mesa. Esto es lo que está pasando con el tema de los fideicomisos públicos. Ante la falta de recursos, el Gobierno no ha tenido empacho en expropiar (no se me ocurre otra palabra para calificar lo que se está haciendo) todos los recursos de esos fideicomisos. Todo por el afán de seguir las órdenes de su amado líder para quien todos los fideicomisos son un barril de corrupción y no sirven para nada. Otra vez, AMLO miente y demuestra su ignorancia sobre los temas más básicos de la administración pública.

Permítanme hablar en primera persona. Yo he sido Secretario de Estado y sé que no todos los fideicomisos públicos son perfectos. Hay algunos que carecen de reglas claras y operan en la opacidad, pero hay otros que funcionan muy bien. Estoy pensando en FONATUR, por ejemplo (aunque ese, hasta ahorita, se ha salvado de la extinción). Y como este, hay muchos más que son verdaderos mecanismos eficaces.

Desde abril AMLO anunció que los fideicomisos debían extinguirse y emitió un decreto para ese propósito. Después se presentó una iniciativa de ley en la que se formalizó el capricho presidencial. Las reacciones no se hicieron esperar. Los miembros más distinguidos del ámbito de la ciencia y de la cultura salieron en defensa de fideicomisos que sí sirven, por ejemplo, varios ligados al CONACyT que tiene como beneficiarios a centenares de becarios e investigadores. Otros ligados a cultura, como el FONCA, por medio del cual grandes escritores han obtenido los recursos para realizar grandes obras literarias, y el FIDECINE, que es fundamental para la producción cinematográfica del país. En particular a Durango le afectará muchísimo la extinción del Fondo Minero, que apoya a estados y municipios donde se lleva a cabo la minería. Pero para AMLO todos los empresarios mineros se han dedicado a explotar la tierra y las comunidades.

Es más, hasta se llevó a cabo un parlamento abierto -es decir, la posibilidad de que interesados en materia a discutirse expongan frente a los legisladores sus preocupaciones- en la Cámara de Diputados. Al evento acudieron directores de cine de talla internacional, científicos y atletas. La conclusión -oh, sorpresa- fue que en la iniciativa no hay criterios claros para definir qué fideicomisos se extinguirían y de qué forma. Repito: desaparecerán fideicomisos que van a impactar directamente en la investigación científica y humanística, la creación artística y el deporte. El famoso parlamento abierto fue puro atole con el dedo. Ahora sí, como dice el clásico: ni los vieron ni los oyeron. En su ignorancia, los morenistas se ciegan a ver que hay centenares de investigadores, creadores y deportistas que se verán desprovistos de sus principales fuentes de recursos en un momento muy crítico.

Lo peor, y por eso me atrevo a llamar esta medida como una verdadera expropiación, es que extinguirán fideicomisos que no reciben dinero del presupuesto del Estado, es decir, que operan con dinero privado, ya sea por donaciones o contratos de investigación. Es el caso de los centros públicos de investigación -como el CIDE- que tienen una naturaleza pública, pero que contaba con un fideicomiso para generar ingresos adicionales, propios y privados. Este esquema permitía a los investigadores buscar fuentes alternativas de financiamiento. Pues esos fideicomisos también desaparecen y sus recursos privados pasan a las arcas públicas, en buen castellano: se expropian.

Todo lo anterior se ha hecho bajo el argumento de que se necesita dinero por la crisis económica. Y pues claro que necesitan dinero si han hecho todo por despilfarrarlo en obras faraónicas que no servirán de nada y en financiar Pemex. Lo que se calcula que se obtendrá de los fideicomisos es una aspirina para un paciente con cáncer. Primero, AMLO dijo que se obtendrían cerca de 250 mil millones de pesos; luego Mario Delgado dijo que 150 mil millones. La última cifra ya ronda en los 68 mil millones de pesos. La cantidad es bajísima con respecto al PIB y lo que se requiere para sortear la crisis actual.

Lo peor de todo es que no sabemos a dónde se dirigirá ese dinero. Nos dicen que irá al sector salud, pero no dan ninguna garantía. ¿Cómo sabemos que no se irá a financiar los caprichos del Presidente? La verdad, no lo dudaría. Claramente están desesperados por hacerse de recursos a toda costa, pero esa búsqueda, como de costumbre, se está haciendo blandiendo el machete, y no el bisturí.

Escrito en: Columnista invitado fideicomisos, AMLO, recursos, dinero

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