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EL SIGLO DE DURANGO

Recientemente, a raíz del llamado Día de Acción Global por el Acceso al Aborto Legal, que se conmemoró recientemente en diversas ciudades del país, un incidente que llamó la atención fue el enfrentamiento que sostuvieron las féminas manifestantes en la Ciudad de México y mujeres integrantes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, específicamente de un agrupamiento denominado Ateneas, las cuales fueron asignadas a vigilar que la movilización no se desbordara y no derivara en actos vandálicos, como lamentablemente sí ocurrió, con decenas de policías lesionadas y destrozos en inmuebles históricos, monumentos y fachadas de establecimientos comerciales, estos últimos dañados ante la impotencia de sus propietarios al no poder hacer nada para impedirlo.

Resulta inconcebible que, en un día en el que se buscaba presionar a las autoridades, sobre todo del Poder Legislativo, para que se despenalice el aborto, ocurran episodios como el que se escenificó en la capital del país, donde algunas manifestantes recurrieron a la violencia para expresar una solicitud que se ha convertido en un clamor desde hace décadas pero que hasta la fecha no se ha plasmado en la Constitución General de la República tal como ellas lo plantean, de ahí su molestia, reflejada en numerosas marchas que se desarrollaron en prácticamente toda la geografía nacional.

Llama la atención -insisto- que las mujeres que marchaban por la Ciudad de México se enfrentaron a golpes contra féminas policías que forman parte de un agrupamiento especial que se utiliza precisamente para contener a manifestantes de ese género, con el objetivo de no emplear hombres en su contención, para evitar que esas movilizaciones se desvirtúen y terminen en meros actos vandálicos que nada tienen que ver con el objetivo, con la esencia de esos actos, de los que no se discute su legitimidad ni su fundamento, sino la manera en que se protesta, atentando contra la integridad de los elementos encargados de resguardar el orden y la paz públicos.

Para ello, las mujeres policías del agrupamiento Ateneas son preparadas con la suficiente anticipación, de tal forma que se prevea la reacción de las manifestantes, por lo que las integrantes de la citada corporación de Seguridad Ciudadana son instruidas con relación a la manera en que deben actuar y responder en caso de que sean provocadas o agredidas por los contingentes que marchan, y en este caso no portan armas de fuego, sino solo un escudo y, si acaso, un tolete, situación que las pone en desventaja frente a las mujeres que sí van armadas con toda clase de objetos.

Recordemos que, al menos en este caso, varias de las manifestantes que, por cierto, llevaban el rostro cubierto, portaban desde martillos, marros, botes de espray, palos y hasta bombas molotov que emplearon para agredir a las policías, a algunas de las que, incluso, llamaron "gatas" y les lanzaron toda clase de insultos y palabras altisonantes como si con ello se desahogaran de la furia contenida porque las autoridades no han accedido a su demanda de despenalizar el aborto conforme a sus especificaciones.

Sin embargo, yo sigo siendo de la idea de que destrozando fachadas de negocios, bancos y dañando monumentos no es como las inconformes lograrán ser escuchadas y, sobre todo, atendidas en sus demandas, ya que está comprobado que la violencia sólo genera más violencia, y eso es lo que menos queremos y necesitamos en estos momentos en que el país se debate en medio de una crisis de salud y económica provocada por la pandemia de coronavirus (Covid-19) que nos ha dejado una estela de enfermos y de muerte de más de 70 mil personas, además de que amenaza con extenderse por unos años más, al menos hasta que baje la curva de contagios y se pueda contener con la aplicación de la vacuna a toda la población.

Créame, amable lector, que a muchos de quienes observamos las imágenes de la golpiza que se llevaron algunas policías en la Ciudad de México, por parte de las mujeres que demandaban la despenalización del aborto, nos llenó de coraje, tristeza e impotencia el hecho de constatar la saña con que las agentes del orden eran sometidas con toda clase de armas por parte de varias manifestantes que, cobardemente, se cubrieron el rostro, para no ser reconocidas por la autoridad ante la excesiva violencia con que actuaron en ese momento.

Desconozco, en verdad, si esas mujeres violentas formaban parte de un grupo de infiltradas y que, con su presencia, desvirtuaron la finalidad de la marcha, pues, si bien, la movilización en la Ciudad de México derivó en reprobables actos vandálicos y de agresiones contra las fuerzas de Seguridad, en otros estados del país las movilizaciones se desarrollaron de manera pacífica, sin que nadie resultara herido, con lo que se cumplió el propósito de ser escuchadas por las autoridades, sobre todo por los integrantes del Poder Legislativo, hacia quien iba dirigida la demanda de despenalizar el aborto en determinadas circunstancias.

Conviene aclarar que el autor de esta columna no está en contra de que se realicen movilizaciones como la que recientemente se llevó a cabo en todo el país, sino más bien en torno a la forma en que se plantean las demandas, con el uso excesivo de violencia contra integrantes de fuerzas del orden (en este caso, mujeres policías), que son asignados para que los ánimos no se desborden y no se atente contra los derechos de terceros.

Escrito en: Padres e hijos mujeres, que,, toda, manifestantes

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