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No Hagas Cosas Buenas...

Alimentando el odio

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Es ya muy delicado el clima de crispación nacional que ya se ha generado en nuestro país. En un principio el gobierno autodenominado como Cuarta Transformación llegó al poder con la promesa de erradicar la corrupción endémica del todo el sector público y brindando esperanzas a los que por décadas han sido injustamente oprimidos por un sistema político económico que permitió una rampante corrupción y un capitalismo de cuates. Causando una inmensa brecha social, donde los ricos que son muy pocos tienen la mayoría de los bienes, en tanto las masas que rondan tres cuartas partes de la población total han tenido que vivir si acaso con el 30 por ciento del total del PIB nacional.

La esperanza de que la prosperidad equitativa llegaría con la ascensión de Andrés Manuel López Obrador a la primera magistratura fue lo que originó que la más de la mitad de los votantes confiaran en el hoy Presidente pensando que como gran parte de su carrera política se desempeñó como un luchador social que navegó contracorriente del corrupto sistema, pondría a los tramposos en su sitio, y por este sólo hecho llegaría la mejoría generalizada, o al menos para las clases más desfavorecidas.

Evidentemente el paquete le ha quedado grande al presidente López Obrador, o tal vez a él mismo ha decidido que así parezca. Si bien es cierto que se nota un cambio al menos en la manera de conducirse de los funcionarios del primer círculo presidencial que se han alejado por órdenes expresas del primer mandatario, de conducirse en su quehacer rutinario bajo la fastuosidad y exceso que por décadas solían hacerlo sus antecesores; no ha sido así de despojarse todos los personajes del pasado que recuerdan al régimen corrupto que él ha jurado combatir: ¿o dónde debe ponerse a Manuel Bartlett? ¿O a Napoleón Gómez Urrutia? Por citar algunos de los más visibles.

Más allá de haber dado muestras una y más veces que ciertamente al Presidente le gusta demostrar fehacientemente que él tiene el poder y que está dispuesto a ejercerlo a plenitud para conseguir sus objetivos y revanchas personales, en los hechos es indudable que está empujando al México del pasado, a ese que dice que quedará en la historia, pero con sus acciones muestra exactamente lo contrario.

Desde que llegó al poder la economía no hace más que caer, aun cuando el vecino del norte estaba en expansión antes de la pandemia. Los homicidios siguen creciendo y aunque se había encontrado en la estadística una desaceleración en la tasa de asesinatos, el repunte de los hechos de sangre en El Bajío nuevamente llevan a los números de criminalidad en los más altos en la historia moderna de México.

La rebatinga para concentrar el poder y los recursos se llevó entre las patas a miles de madres y niños mexicanos con la reducción o desaparición de fondos destinados a las instancias infantiles que fungían como guarderías de madres trabajadores que tenían en estos establecimientos y algo todavía peor: la carencia de medicamentos para tratar el cáncer que aqueja miles de infantes mexicanos y que han padecido penurias para obtener sus medicinas, por una supuesta desarticulación de un sistema absolutamente corrompido como es el de abastecimientos de medicamentos en el sector público.

La lista de errores y también hay que señalarlos de aciertos es más amplia, pero quizá uno de los daños que más está causando el Presidente es la división entre el pueblo mexicano. Su obcecamiento por culpar de todo al pasado y atribuir todos los males que padecemos como nación a una supuesta camarilla articulada para desfalcar al país, ha provocado la exacerbación del inevitable recelo que existe en los distintos sectores socioeconómicos.

Catalogar por sistema a los clasemedieros y altos como conservadores, con tufo despectivo o sugiriendo que todo aquel que tiene algo de bienes es corrupto, no hace sino acrecentar la humana envidia del desfavorecido aun sea a costa del prestigio de miles y miles que con trabajo han progresado.

Esa división tan devastadora que el Presidente provoca, ha generado grupos reaccionarios a su causa como el denominado FRENA ( Frente Nacional Anti Amlo) que exigen la renuncia del Presidente, lo cual es una barbaridad: ¿cómo se puede justificar pedir la renuncia de alguien que ha llegado a la presidencia de manera inobjetable y democrática?¿ pues qué los miembros de FRENA, al pertenecer a capas sociales de mayor poder adquisitivo que incluyen una mejor educación, no pueden entender que así es la democracia?

Quizá sí lo sepan, o también el mismo odio que López ha alimentado contra sus adversarios es de la misma magnitud que hoy les está generando a personas que de FRENA, que empiezan a tener actitudes irracionales, tales como los más fervientes seguidores de AMLO.

Escrito en: No hagas cosas buenas... poder, Presidente, miles, López

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