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Premio a los hijos desobedientes de la pandemia

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VÉRONICA TERRONES

El Coronavirus exhibe nuevamente nuestra fragilidad y el poco conocimiento que tenemos sobre su origen y sus efectos. La pandemia se aceleró en todo el mundo los últimos siete días, y nadie tiene idea por qué.

Los temidos rebrotes empiezan a dispararse en todo el planeta. En Europa durante el fin de semana, el número de contagios -se documentó- es cinco veces mayor al de hace tres meses según un reporte de las agencias informativas AFP y EFE.

No cabe duda, está fuera de control. No hay cura ni vacuna y se aproxima la temporada invernal donde los expertos prevén su punto más álgido por los casos de Influenza que se van a presentar como cada año sucede.

En Durango también es innegable esa realidad, junto con Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Oaxaca, Querétaro y Sinaloa abandonamos el color amarillo del semáforo epidemiológico para ubicarnos de nuevo en el color naranja, que significa que el riesgo epidémico es alto.

El fin de semana fue muy preocupante al reportarse cerca de 500 nuevos casos confirmados y mil 500 sospechosos lo que indica que las cifras no van a bajar.

Lamentablemente, esa estadística se traduce en amigos, vecinos, familiares y compañeros que han enfermado y están transitando por la enfermedad.

Las noticias falsas no ayudan ni anímicamente, ni en hacer conciencia entre la población del peligro real que estamos viviendo; en redes sociales se difundió con toda impunidad la afirmación de que monseñor Faustino Armendáriz había sido hospitalizado tras dar positivo a COVID hace unos días.

El Arzobispo de Durango sí está confinado al haberse contagiado de la enfermedad pero se encuentra en su casa, estable y aislado. En el Congreso hay un nuevo brote que se documenta pero eso no es novedad, el virus está por todos lados, afecta a abogados, trabajadores, comerciantes y periodistas, queridos amigos que también están luchando contra el virus.

Como Luis Ángel Rodríguez, Martha Casas y muchos que seguramente Usted también conoce y puede dar testimonio de que la enfermedad es real y afecta cada vez a un mayor número de personas.

Mientras, en las encuestas la población parece estar a favor de que se adopten medidas de confinamiento cada vez más severas, la realidad, es que la mayoría se niega a abandonar sus actividades cotidianas y para hacerlo suprimen de su vida la información, de esta manera se convencen de que esta terrible realidad está fuera de sus vidas, pero lamentablemente no es así.

El uso del cubrebocas por decreto es obligatorio, pero aún observamos a quienes se niegan a usarlo, lamentablemente, porque se trata en la mayoría de los casos de personas que viven en condiciones socio económicas que los vuelven además más vulnerables.

Todos tenemos que poner el ejemplo, el rumbo catastrófico que ha trazado la enfermedad para la humanidad, no tiene que ser una realidad, pero depende ahora de todos y cada uno de nosotros.

Usar el cubrebocas, aumentar el aseo de manos, utilizar gel antibacterial y sobre todo cuidar la sana distancia es lo único y lo mejor que podemos hacer, si no el recuento de los seres que perderemos en esta batalla seguirá creciendo inexorablemente y todos tendremos un grado de responsabilidad.

No hay una manera de escribirlo de forma amable, en Durango nos obstinamos en ser los hijos desobedientes de la prevención y lamentablemente cada día se confirma que estamos pagando las consecuencias. Pero si Usted está leyendo está columna, le tengo una buena noticia, aún está a tiempo. Muchos ya no podrán hacerlo.

Escrito en: Con Razón cada, Durango, realidad,, enfermedad

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