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PADRES E HIJOS

Violencia silenciosa

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Uno de los efectos más graves que nos ha dejado la actual pandemia de coronavirus que padecemos es, indudablemente, la violencia intrafamiliar que viven muchos hogares, donde generalmente es el padre quien reacciona de una manera agresiva ante factores como la difícil situación económica, aunque también hay que reconocer que además hay casos en que la madre le abona negativamente a esta situación al maltratar a los hijos e inclusive a la pareja cuando esta no quiere o no puede defenderse de esos ataques que pueden ser verbales o físicos, lo cual todavía puede ser más grave si se registran con una frecuencia que puede convertirse en algo rutinario.

Lo anterior viene a colación, amable lector(a), derivado de la información que podemos recibir a través de los diferentes medios de comunicación, los que nos dan cuenta de la serie de incidentes y altercados que se generan dentro del seno de las familias de todos los estratos económicos y que nos llevan a reflexionar en el sentido de que esta contingencia sanitaria en verdad ha trastornado todos los ámbitos donde nos desenvolvemos, empezando por el más importante, que es el hogar, ese lugar donde se supondría estamos más seguros y a salvo de los peligros que nos pueden acechar.

Sin embargo, al parecer, ocurre todo lo contrario en algunos casos, pues llegamos a enterarnos de cómo la tranquilidad dentro de los hogares se ha roto, ya que los pleitos entre parejas y el maltrato hacia los hijos se han convertido en una constante que nos debe sensibilizar para hacer un alto en el camino y buscar la forma de revertir esta situación que amenaza con crecer si no hacemos algo de manera urgente para romper ese círculo de violencia que no debe existir en ningún lugar, mucho menos donde debe prevalecer la armonía.

De por sí las relaciones entre parejas se han deteriorado por la compleja situación económica que ha afectado severamente los ingresos monetarios de uno o ambos cónyuges, lo cual no debería repercutir en el trato que se les da a los hijos, pues finalmente ellos son los menos culpables de esta crisis financiera que ha golpeado a prácticamente todo el mundo, de ahí que debería reinar un ambiente de tolerancia y paciencia ante un panorama que, ciertamente, es difícil por factores como el desempleo o la disminución salarial derivados de la pandemia que afecta a sectores como el gubernamental y las empresas en general de los diversos giros.

No obstante, los padres de familia estamos obligados a hacer acopio de esa tolerancia y paciencia que todos necesitamos en este momento en que la contingencia sanitaria ha alcanzado su punto más álgido con la propagación masiva de casos de Covid-19, de tal forma que debemos replantearnos cómo estamos y qué podemos hacer para estar mejor no sólo en el aspecto de las relaciones con nuestra familia, sino en general con quienes compartimos intereses como el laboral y las amistades, que integran nuestro círculo más importante de personas con quienes interactuamos cotidianamente.

Todos entendemos que esta situación de confinamiento y, en cierta forma, de aislamiento que padecemos ya se ha prolongado por más de seis meses, aunque la mala noticia es que podría extenderse, lamentablemente, por otro periodo igual o más amplio. Sin embargo, esto no debería ser motivo para caer en la desesperación, la angustia, la depresión y otros estados de ánimo que pueden derivar en episodios de violencia o agresiones contra quienes nos rodean, especialmente si se trata de nuestra pareja o los hijos, que sólo esperan apoyo y solidaridad para tratar de soportar y sobrellevar esta experiencia que implica el encierro casi permanente dentro de las cuatro paredes del hogar.

En estos momentos, lo que más necesitamos, todos, es apapacharnos, consentirnos, darnos la mano (en sentido figurado, no literal, por aquello de la sana distancia), solidarizarnos con lo que atravesamos, que no es un asunto menor si hablamos de distanciarnos físicamente y de soportar problemas como la disminución de los ingresos económicos, que son indispensables para solventar los gastos que implica el sostenimiento de la familia en sus distintos aspectos y que, si no se administran racionalmente, pueden derivar en desajustes y diferencias entre la pareja que, a su vez, pueden reflejarse en maltrato hacia los hijos si no se resuelven adecuadamente entre los cónyuges.

Es por ello, estimado(a) lector(a), que se requiere hacer un análisis sobre la manera en que los padres de familia (ambos) estamos actuando y reaccionando ante una crisis sanitaria y económica que nos ha agobiado por las consecuencias que nos ha dejado en muchos aspectos, sobre todo en el caso de quienes han tenido que soportar la experiencia de perder a un ser querido por la referida enfermedad y todo lo que ello ha representado.

Prudencia, paciencia, tolerancia, mesura y serenidad son algunos estados de ánimo a los que tenemos que apelar para no caer en el error de recurrir a la violencia para resolver los problemas que de por sí nos ha dejado como lección la pandemia de coronavirus, aunque esto no debería ser motivo de pretexto ni justificación para desahogarlo ni reflejarlo con actitudes de violencia hacia ninguna persona, y menos ante la familia, por lo que el llamado es a reflexionar en que debemos canalizar positivamente esas energías y actitudes antes de que se transformen en agresiones de algún tipo, por el bien de todos.

Escrito en: Padres e hijos pueden, violencia, situación, hacer

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