El Nobel 2020 para las mujeres
Conforme este 2020 se va acercando a su fin, muchos empezaremos el recuento de lo que este año habrá de dejarnos abrigando la esperanza de que en los días que faltan de aquí al 31 de diciembre, no sucederá algo que empeore la situación que vivimos desde que inició la pandemia.
El 2020 será sin duda el año de nuestras vidas, el que una vez superado habremos de recordar y compartir con nuestras generaciones venideras. Algunos hablarán de sus pérdidas, otros de sus encuentros y reencuentros. Lo que es un hecho en definitiva, es que todos tendremos algo que contar.
Hace ya 17 semanas que inicié esta aventura periodística y cada viernes desde entonces, he compartido con ustedes relatos de mujeres que se han hecho un lugar en la historia a base de pasión, dedicación y esfuerzo. Unas motivaron pequeños o grandes cambios en sus entornos, otras tocaron con sus actos la vida de personas, otras más nos alegraron con su voz y sus encantos. No obstante este pequeño recuento, aún quedan allá afuera miles de historias de mujeres que no superan el anonimato.
Hace unos días leí en los medios, los nombres de los ganadores del Premio Nobel de este año. Fue para mí una grata sorpresa enterarme que en tres de las cinco categorías anunciadas a premiarse en diciembre próximo estaban involucradas las mujeres.
La sorpresa no es menor cuando al hacer un poco de investigación nos damos cuenta que este prestigiado reconocimiento que se entrega desde 1901, solamente había premiado hasta el año pasado a 54 mujeres, lo que en números fríos representa un 5.8% del total de los 923 galardonados a lo largo de la historia.
No se necesita mucho para entender que la invisibilización de la que han sido objeto las mujeres de ciencia y su mínima presencia en estos y otros prestigiados premios, son el resultado de la falta de oportunidades que ellas han sufrido de manera sistemática. Pues comprobado está, que una vez que acceden a las mismas condiciones que sus contrapartes masculinas, son capaces de producir resultados trascendentales.
A raíz de estos resultados y aportaciones, fue que la Academia Sueca se decantó por cuatro talentosas mujeres y otorgará el próximo diciembre, los premios de física –compartido con dos científicos hombres- a la norteamericana Andrea Ghez, por sus avances en el conocimiento de los agujeros negros; de química, a la francesa Emmanuelle Charpentier y la estadounidense Jennifer A. Doudna por haber creado unas “tijeras genéticas”; y de literatura a otra estadounidense, la poeta Louise Glück.
Llama particularmente mi atención el descubrimiento de las ganadoras del premio de química ya que sus “tijeras genéticas” no son otra cosa que la posibilidad real de poder “cortarle” a nuestro ADN un gen que causa una enfermedad y cambiarlo por otro que no provoque ese problema. Aun y cuando esta herramienta solo está disponible de momento en el campo experimental, cobra relevancia lo trascendente de su investigación no solo en el plano científico, sino también en un sentido humano al reconocer lo valioso y útil que podría ser en un futuro vivir sin dolor ni enfermedades.
La aportación de estas investigadoras a las ciencias médicas no tiene precedentes. Sin embargo aunque aprovecho estas líneas para hablar de lo que sucede en el mundo, no necesitamos ir muy lejos para conocer y apreciar la incansable labor de otras mujeres igualmente valiosas. Justo ahora muy cerca de nosotros, cientos de químicas, enfermeras, doctoras y colaboradoras de la salud sostienen una lucha férrea para mitigar los efectos del coronavirus, a todas ellas de las cuales no sabemos su nombre, nuestro profundo agradecimiento por su dedicación diaria digna de todo premio.