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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

-Que dice mi mamá que si le puedes mandar un ramito de tenmeaquí.

-Sí, Armandito. Déjame buscarlo. Mientras tanto ve a la pila a ver los pescados.

El niño de 5 años que era yo iba a mirar los peces en la pila del jardín. Uno era más grande que todos los demás. Lo llamábamos Papá Nano, porque así le decíamos al abuelo.

Pasaba un rato. El niño regresaba a la cocina y le preguntaba a la tía Crucita:

-¿Ya tienes el ramito de tenmeaquí?

-No lo he hallado. Ven; voy a prestarte un libro con dibujos sobre la vida de Nuestro Señor.

El chiquillo repasaba las estampas del libro. Veía con gusto la que mostraba al Niño Jesús en el portal de Belén, con la Virgen María y San José, los reyes, los pastores y los ángeles. Se entristecía al ver la otra, la de Cristo crucificado. Y luego:

-¿Ya encontraste el ramito de tenmeaquí?

-Todavía no. Espera otro ratito.

Alguien o algo, no sé quién o qué, me envió a pedirle a la vida un ramito de tenmeaquí. Ya lo está buscando.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador ramito, vida, niño, pila

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