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Biden en la Casa Blanca: el futuro energético que viene

RICARDO SMITH NIEVES

Como se mostró en el último debate presidencial entre el demócrata Joe Biden y el presidente Donald Trump, el cambio climático se ha convertido en uno de los temas más relevantes en la agenda política estadounidense. Ambos candidatos presentan propuestas que podrían llevar a Estados Unidos por dos caminos diametralmente distintos en materia de energía y medio ambiente.

Con base en la evidencia que tenemos hasta el momento, probablemente será Biden quien resulte electo presidente de Estados Unidos el próximo 3 de noviembre y uno de los pilares de su plan de reactivación económica es, precisamente, una "revolución hacia energías limpias y justicia ambiental".

El ambicioso plan del candidato demócrata planea invertir dos billones de dólares durante cuatro años en un esfuerzo de gran calado con inversiones públicas y medidas regulatorias para impulsar las energías limpias, la movilidad eléctrica, edificios eficientes e infraestructura resiliente. En esencia, la administración Biden apalancaría la transición energética mediante el sector eléctrico: el objetivo es lograr 100% de la generación eléctrica a partir de fuentes limpias (incluyendo energía nuclear), desde un nivel de 38% al día de hoy.

Más allá de marcar el rumbo energético de Estados Unidos en términos de consumo y producción, una administración encabezada por Joe Biden establecerá una verdadera política exterior de liderazgo climático. En su primer día en la presidencia, el hoy candidato demócrata propondrá restaurar a Estados Unidos como Estado Miembro del Acuerdo de París y convocará a los principales países emisores de CO2 a una cumbre especial para asumir compromisos de reducción de emisiones mucho más restrictivos.

Para países como México es relevante poner suma atención ante este inminente cambio en la nueva política exterior de Estados Unidos, que podría tener implicaciones tanto para la relación bilateral como para nuestra participación en instituciones multilaterales. Hay una alta probabilidad de que Estados Unidos use su peso diplomático para empujar a sus socios a asumir planes más ambiciosos para reducir de emisiones e impulsar la transición hacia energías limpias. Por ahora, las proyecciones muestran que, bajo la política energética de la administración actual, México no cumplirá con el compromiso actual de reducción de emisiones bajo el Acuerdo de París. Nuestras emisiones serán 12% superiores al nivel comprometido hacia 2030.

Aparentemente, el tema energético no ha sido prioritario frente a asuntos de seguridad y migración en la agenda bilateral con la administración Trump, a pesar de los constantes cambios regulatorios que el gobierno mexicano ha puesto en marcha en energía, desde la modificación en los términos de asignación de Certificados de Energía Limpia (CELs) hasta la reciente política de confiabilidad en el sector eléctrico. Lo que sí queda claro es que hay preocupación por parte del gobierno estadounidense a la política energética de México, tomando en cuenta las declaraciones que ha hecho el embajador Landau, un reciente documento de análisis del Departamento de Estado y la carta de congresistas a la Casa Blanca. La administración de Joe Biden podría eventualmente agregar un componente ambiental o climático a las inconformidades del gobierno estadounidense con una política energética que da un trato favorable a Pemex sobre competidores extranjeros.

Incluso fuera del ámbito diplomático, el renovado liderazgo estadounidense -en conjunto con los anuncios recientes de China para emprender un esfuerzo de reducción de emisiones de largo aliento- cambiarían totalmente el panorama financiero global en el sector energético, inclinando la balanza hacia la diversificación de activos y las inversiones en energías renovables. Existe un consenso cada vez más amplio sobre el hecho de que la transición energética supone riesgos que deben hacer frente las compañías petroleras a fin de ser rentables. Para Pemex esto afectaría su calificación crediticia en un contexto sin planes de diversificación y con mucha incertidumbre sobre la fluctuación en la demanda de petróleo.

Los costos de tener un sistema energético ineficiente y contaminante comenzarán a ser evidentes en los años que vienen. Estos solo incrementarán a la luz de los cambios en la matriz energética global impulsados desde la Casa Blanca.

@Ric_SmithN

Escrito en: RICARDO SMITH NIEVES política, energética, Biden, Estados

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