'Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar'

El triunfo del candidato demócrata a la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, Joseph Robinette Biden Jr. (Joe Biden) nos deja muchos aprendizajes, pero particularmente el darnos cuenta que decir la verdad sí importa, que respetar la dignidad de todas las personas sí importa, que el voto ciudadano saca a los malos gobernantes, a los abusones, a los incapaces, a los prepotentes, a los burlescos, a los ignorantes, a los indiferentes y fundamentalmente queda por cierto que la decencia y el honor aún son valores que hacen la diferencia y son insustituibles.

No se trata de festejar el triunfo de un candidato de un país extranjero, sino el de observar las similitudes que existen entre el presidente que sale de la Casa Blanca, Donald Trump, y nuestra pesadilla que usufructúa los placeres de Palacio Nacional, pues ambas personalidades son gemelas; son aspirantes a dictadores, burlescos, cínicos, retrógradas, mitómanos, faltan al decoro, a la verdad, violentan los derechos humanos de los gobernantes, imponen su verdad por sobre la realidad, amenazan, agreden, insultan y avasallan a quienes disienten, les irrita la libertad de expresión y el equilibrio de poderes. Por eso el que ya se va cavó su tumba y el que ahora despacha en Palacio Nacional debe cambiar o poner sus barbas a remojar.

Si el presidente López sigue por el camino de la confrontación, de la división, de la agresión, de la insultante y trillada frase de "sus propios datos" desoyendo la realidad y los datos científicamente válidos, deberá ir poniendo sus barbas a remojar, pues no hay mal que dure seis años, ni pueblo que lo aguante.

El presidente López y el sietemesino precandidato a la Presidencia de la República, Marcelo Ebrard Casaubón, tendrán que recomponer su relación con la nueva administración del presidente Joe Biden, pues faltando a la máxima del Benemérito de las Américas de "El respeto al derecho ajeno es la paz", se entrometieron en el proceso electoral del vecino país del norte, le apostaron e hicieron campaña a favor de quien fue echado de la Casa Blanca, de ahí la urgencia de recomponer las relaciones y alinear algunos temas de la agenda bilateral, la cual no va por el camino de la prosperidad, la modernidad, la sustentabilidad y el respeto a las libertades civiles y los derechos humanos.

Las similitudes entre el que ya se va de la Casa Blanca y el que ahora despacha en Palacio Nacional son claras y muy grotescas. La primera: menospreciaron la pandemia y les creció geométricamente el número de infectados y defunciones, politizaron el uso del cubreboca y se negaron y se niegan a utilizarlo; desestimaron el confinamiento y convocaron a la movilidad social y a no tenerle miedo al Covid-19 y hoy las consecuencias son funestas y alarmantes.

Ambos menospreciaron el desarrollo sustentable de las naciones y desestimaron la inversión privada en favor de las energías limpias; nuestro Tlatoani dijo que las hélices colocadas en La Rumorosa (Tecate, B.C.) para la producción de energía eólica, afeaban el paisaje y aprovechó para impulsar el uso de los combustibles fósiles, como el carbón (negocio de un distinguido integrante de la 4T) altamente contaminantes y dañinos para la salud del ecosistema y de las personas.

Ambos avasallaron los derechos humanos de los migrantes, el uno con su alucinante muro y la división de familias enteras; el otro, sumiso, cuidando la frontera sur para impedir el tránsito de centroamericanos hacia Norteamérica, utilizando para ello a la Guardia Nacional, al servicio del distinguido feudal de la Casa Blanca.

El que ya se va de la Casa Blanca auspició el racismo, la supremacía de la raza pura, por sobre los impuros y las personas de color y, en México, el mesías tropical sigue confrontando a la sociedad, entre "chairos" y "fifís", entre liberales y conservadores, aunque el mesiánico Presidente no sepa o no entienda la diferencia entre liberalismo y conservadurismo y ejerza inconsciente o conscientemente este último.

Mientras las naciones del mundo "civilizadas" se han puesto como límite el 2030 para la sustitución de motores que hoy consumen combustibles fósiles por coches de propulsión energética, el mesiánico tabasqueño construye la refinería 2 Bocas, que, si bien le va, concluirá en el 2024, su inauguración empatará con una caída impresionante en el valor del precio del petróleo y el desfasamiento del uso de las gasolinas.

El presidente López Obrador quiere ver coches con propulsión a leña, antes que generar energías limpias para beneficio y protección de nuestros ecosistemas y frenar el calentamiento global.

No, no se trata de celebrar el triunfo de un candidato presidencial de una potencia extranjera, sino revisar las causales a partir de las cuales el presidente Donald Trump perdió la reelección (es el quinto presidente en 100 años que no gana la reelección) y proyectar esas similitudes en el Presidente de México, y el irreparable daño que está ocasionando.

Lo que hizo Donad Trump lo está haciendo el presidente López para llevar a nuestro país al fracaso; sembraron odio, polarizaron al país, insultaron a la prensa, mienten por sistema, menospreciaron a la ciencia, desdeñaron el cambio climático, incrementaron la pobreza, aumentó el desempleo, subió la inseguridad, destruyeron instituciones, devaluaron la educación pública, protegieron dictadores, subyugaron al Poder Judicial, al Poder Legislativo y a los gobernadores; destruyeron el sistema de salud y padecieron y padecen incontinencia verbal y mediática.

Son tantas las similitudes entre ambos personajes, que va siendo hora de que el presidente López corrija su prepotente estilito o ponga sus barbas a remojar.