Cariñoterapia
Algunos aseguran que "la gente no cambia". Otros parece que tienen más fe en la humanidad. Ante la posibilidad de cambiar no somos ni omnipotentes ni tampoco impotentes, pero si ya has consumido grandes cantidades de chocolate, tienes los ojos rojos e hinchados de llorar, tienes un aspecto zarrapastroso y te sientes atorado en la vida, date cuenta que hay muchas maneras de salir del hoyo.
Quizá sea el momento de ir a terapia, buscar a Dios, a los ángeles, libros de auto ayuda, el hoponopono, curso de milagros, Kabalah, Reiki, pero ¡haz algo! ¿Quieres ser poderoso ¡Aprende a manejar tu mundo emocional! Si tus emociones te controlan no va a importar la vida que tengas, vas a terminar siendo infeliz.
Vivir la vida desde las emociones es como vivir entre olas, tsunamis y torbellinos: revolcándote, hundiéndote, hundiendo a otros una y otra vez. Vas de la alegría a la tristeza, del miedo al confort, de la aceptación al rechazo, de la sorpresa a la ira... y así va tu vida también, son tus emociones las que permiten ver y descubrir lo que realmente eres por dentro.
Si quieres mejorar tu futuro, tienes que mirar tu pasado, para arreglarlo. Ese es el mayor problema, ya que no nos gusta enfrentar lo que a todas luces dejamos atrás, pero mientras eso sucede, el futuro sigue trabado.
A veces solo podemos pensar en lo que está en nuestro interior, dentro del marco de nuestra perspectiva limitada, solo podemos ver las cosas de una forma, no podemos ver lo que se nos está escapando. Si un gusano está en una manzana, su visión del mundo es blanca y húmeda, pero si consigue salir, ¿Qué verá? Hay todo un mundo ahí afuera con un paisaje distinto.
En una terapia el terapeuta no te dice que hacer, te refleja, lo que estás haciendo y te ayuda a decidir si eso quieres en tu vida o deseas modificarlo, el punto no es que salgan las cosas según su criterio, sino que evalúes y encuentres por ti mismo las respuestas que deseas a tu vida... ¿lo puedes hacer solo? Sí, pero no siempre eres consciente de lo que vienes haciendo, no es lo mismo manejar un auto, que mirar el auto manejado desde una toma satelital, el terapeuta te ayuda a abrir los ojos y el corazón.
Un terapeuta no es alguien que sostiene una linterna para indicarte el camino que debes seguir, es alguien que levanta una lámpara para que puedas ver las múltiples posibilidades que tienes en la vida. Un terapeuta te ofrece una hoja en blanco para volver a comenzar, te ofrece un útero nuevo para volver a nacer.
El terapeuta te ayuda a llegar donde tienes que llegar, él ya lo ha aprendido y sabe moverse y enseña a otros a moverse, a mover sus corazones, su mente, su alma, su espíritu, a salvar sus sueños, su realidad, su potencial. Te da caminos más rápidos, pero si no los caminas te quedas en el mismo lugar. Un buen proceso terapéutico produce madurez, paz, crecimiento, gozo y agradecimiento. Una sesión de psicoterapia es una oportunidad de intimidad, entre dos almas que en algún momento hicieron un acuerdo: trabajar juntos por la salud emocional y el conocimiento propio de uno de ellos: El paciente. Por eso, amo mi trabajo, es increíble ser testigo de cómo se puede transformar una vida, cobro por presenciar los milagros que cada uno crea en consulta, ser la invitada de mis pacientes a mirar sus transformaciones es lo mejor que me puede ocurrir y acepto el pago por ser testigo de ello.
Siempre hemos necesitado y recibido ayuda, para caminar, hablar, comer, vestirnos y aprender. Se necesita una gran fortaleza interior para asumir nuestra vulnerabilidad humana y buscar y aceptar ayuda en momentos de dificultad.
Pedir ayuda es un signo de que te importas y te valoras a ti mismo. Es reconocer que necesitas la ayuda que mereces. El que te promete sanarte es un charlatán. El verdadero sanador está adentro de uno mismo, y es uno quien utiliza al otro para poder sanarse.