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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Recientemente, el Colegio Médico de Durango difundió un video que me hizo estremecerme por el fuerte contenido, por la alta carga emocional que transmitía el mensaje de un doctor que se observaba cansado, hastiado de su rutina, y no por el hecho de que tuviera que trabajar gran parte del día lidiando con personas que habían enfermado de coronavirus (Covid-19), sino por la insensibilidad de una gran parte de la población que no contribuye para que esta pandemia sea más llevadera, con tan sólo acatar las medidas preventivas que ya son de todos conocidas.

Llama la atención que el profesional de la medicina, si bien reconoce que está fatigado por la carga de trabajo y por no tener tiempo para descansar ni para ver a la familia, se mantiene firme, al pie del cañón, con la convicción de que su vocación de servicio está por encima de todo lo demás, incluida su familia, ya que su labor es indispensable para salvar vidas en estos momentos en que la contingencia sanitaria está en todo su apogeo, con un rebrote en siete estados del país y con la particularidad de que en nuestra entidad los casos de Covid-19 se han incrementado a niveles alarmantes no solo para las autoridades, sino también para los ciudadanos responsables que sí hemos atendido las medidas sanitarias.

No obstante, en el video también se reconoce el esfuerzo y entrega de todo el personal que labora en los hospitales donde se atiende a las personas que por diferentes razones adquirieron el virus que, en ocasiones, se ha convertido en la causa de muerte cuando se combinan distintos factores contra los que la medicina no ha podido, a pesar de que los galenos y enfermeras han puesto su máximo desempeño para tratar de salvar sus vidas, a costa, incluso, de la suya.

El punto de esta reflexión, amable lector(a), es que el mensaje del médico que aparece en el video está enfocado en suplicar a la población que colabore para que esta contingencia sanitaria no continúe creciendo, pues la infraestructura hospitalaria está a punto de colapsar, ello sin contar con que decenas de galenos y personal involucrado en la atención de pacientes con Covid-19 (desde camilleros, de Enfermería, laboratoristas, además de empleados administrativos, entre otros) también han padecido los terribles efectos de dicha enfermedad y han sucumbido dejando su vida en ese frente de batalla que amenaza con cobrar más víctimas mortales.

De ahí el llamado insistente del gremio médico a la sociedad para que se sensibilice sobre las consecuencias que está arrojando la grave irresponsabilidad en que una parte importante de la población está incurriendo al no acatar las medidas esenciales para no propagar el coronavirus, y que son tan sencillas como el simple lavado de manos, el uso de gel antibacterial cuando no haya jabón a la mano, guardar una sana distancia de por lo menos un metro y medio con respecto a las demás personas, así como mantenerse en casa el mayor tiempo posible y salir sólo a actividades indispensables como son el trabajo y la compra de víveres para los integrantes del hogar.

Ahí queda la hipótesis sobre lo que hubiera sucedido si quienes vivimos en el estado de Durango hubiéramos colaborado, en la medida de la posible, en el cumplimiento de las mencionadas medidas durante los meses recientes, sobre todo a partir de agosto, que fue cuando se relajó la atención de esas normas sanitarias y que nos ha traído como consecuencia el hecho de que nuestra entidad haya retrocedido al color rojo del Semáforo Epidemiológico, cuando lo ideal hubiera sido que avanzáramos para llegar al color verde.

Lamentablemente, eso no ocurrió, y hoy nos enfrentamos a una realidad que ya se nos había advertido por parte de la Secretaría de Salud, en el sentido de que la infraestructura hospitalaria está prácticamente saturada y a punto de colapsar, debido al elevado índice de contagios de Covid-19, derivado de la alta movilidad social y que se ha reflejado en los altos niveles de casos diarios de dicha enfermedad, los cuales no disminuyen, pues muchas personas no están dispuestas a colaborar ya que no desean sacrificar su comodidad de desplazarse libremente, como si no estuviéramos en medio de una emergencia sanitaria.

En verdad, a muchos padres de familia nos duele observar y constatar cómo abundan los casos de gente insensible, inconsciente e irresponsable que se muestra renuente a adoptar esas medidas tan simples como el uso del cubrebocas y la aplicación de gel antibacterial cuando ingresan a cualquier sitio público. Es más: es tal su nivel de imprudencia, que hasta desafían a quien se atreve a hacerles la recomendación de que cumplan con esas sencillas reglas de prevención de la citada enfermedad.

Por último, esta reflexión no lleva otro objetivo que el de hacer un nuevo llamado a toda la población para que nos solidaricemos con ese personal que labora en los hospitales donde se atiende a pacientes que están librando la batalla contra el Covid-19.

La mejor forma de ayudar para reducir los niveles de contagio del mencionado virus es acatando cada una de las medidas ya enunciadas, y seguramente que, si lo hacemos en un lapso de algunas semanas y meses, en el corto y mediano plazos veremos resultados positivos y más pronto podemos retomar algunas de las actividades que a la fecha están restringidas, por el alto riesgo de contagio que representan.

Escrito en: Padres e hijos medidas, personal, población, atención

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