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SORBOS DE CAFÉ

Te doy mis defectos

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Te doy mis defectos

Te doy mis defectos

MARCO LUKE

Probablemente, ese es el significado del verdadero amor, entregarlo todo, pero absolutamente todo, hasta los errores, con las pequeñas y grandes imperfecciones con las que la naturaleza decidió adornar nuestros cuerpos.

Te regalo esos errores que nos hacen únicos, que nos distinguen por encima de la ropa, que flotan sobre la monotonía, y que seguramente tendrán su propia partitura, combinando tu armonía con lo desafinado de mis necedades.

Te doy mis errores, y, definitivamente, son tuyos. Lo creo y lo aseguro, cuando puedo ver que ensamblan a la perfección, las piezas rotas de mi atormentado pasado justo en donde hacían falta unas cuantas piezas en el rompecabezas de tu futuro.

Sin duda, ya te has adueñado de mis desencantos, de esas decepciones insistentes en demeritar las virtudes que sostienen la ilusión donde aún tienes clavada en la pared, enmarcada de fe en mí, y protegiéndola con un grueso y fino cristal, fragmentado y cortado a la medida con las caricias de tus dedos.

Entonces, queda claro que eres dueña de mis defectos.

Has esclavizado mis errores, se encuentran presos. Casi a ciegas, en algún calabozo dentro de las profundidades de tu misericordia, alimentándolos con migajas de inteligente indolencia, porque, a pesar de sus gritos de desesperación por liberarse de las cadenas de tu ternura, quedan satisfechos con el manjar dosificado con trozos de tus besos.

Acallas la rebeldía, sus lamentos, su falsa auto conmiseración, aunque confieso que el orgullo a veces logra colarse entre los pasillos de las cavernas, y evaporándose en recuerdos, ha estado a punto de soltar mis muñecas de los grilletes para escapara del mejor lugar en donde han estado mis yerros... a tu lado.

Te entrego por siempre mis pecados.

Los dejo en el buró, como me lo has pedido, como condición antes de entrar al paraíso de tu cuerpo, antes de quitarte el vestido y ponerme tus alas, donde se puede respirar la pureza de un paraíso donde sólo los santos pueden deleitarse con la dignidad de quienes llevan el alma limpia.

Te confieso lo que soy.

No me absuelves, pero me comprendes y perdonas mi pasado, porque has comprendido que fui víctima del irresponsable libre albedrío, de la libertina decisión de perderme en cualquier promesa desnuda.

Me perdonas, y no me queda otra bendita opción que venerar tu piel.

Escrito en: Sorbos de café errores,, confieso, antes, todo,

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