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ARTURO SARUKHÁN

La esperanza de la victoria

ARTURO SARUKHÁN

Y de repente, el dique finalmente se venció. A las 11:24 del sábado, los medios, uno detrás del otro, declararon a Joe Biden ganador de la elección. El júbilo explotó en las calles de Washington, con una sinfonía de claxonazos que duró todo el día.

Es evidente que no todo será miel sobre hojuelas. No es la primera vez que un presidente electo recibe a Estados Unidos en una situación crítica: Franklin D. Roosevelt, sin duda, heredando en 1932 el caos de la era de la Depresión. El tigre que ahora se gana Biden en la rifa trae consigo retos similarmente endiablados: una pandemia en expansión, desempleo altísimo a largo plazo, una deuda federal estratosférica, un presidente saliente tuiteando que le robaron las elecciones, una nación partida y la desinformación pululando a gran escala en redes sociales. Cualquiera de estas crisis requeriría de un periodo presidencial completo para poderla domar. Seis, de manera simultánea, parecen casi intratables por su escala y complejidad. Pero no obstante este panorama poco halagüeño, la pesadilla de la gestión de Trump se acabó (si bien el trumpismo, lo que lo encarna y lo que lo alimenta, seguirá ahí) y fue Biden el artífice de su caída.

Serán necesarios muchos días para asimilar la magnitud de la victoria: la movilización excepcional de votantes afroamericanos y jóvenes, la consolidación del avance demócrata en los suburbios o el éxito de Biden en recuperar una proporción suficiente de votantes de cuello azul. "Contratado" para reconstruir el muro azul que habían representado los estados de Wisconsin, Michigan y Pensilvania en el colegio electoral desde la década de los 80, Biden hizo precisamente eso, incluso mientras extendía el alcance del partido en el sur y suroeste, con 75 millones de votos, más que cualquier otro candidato en la historia del país y una ventaja de más de 4 millones de votos populares. Y Biden no mordió el anzuelo: supo que la estridencia y flatulencia de Trump no se combaten con más de lo mismo, sino con decencia y empatía. Biden recurrirá a normas y valores democráticos y a coaliciones de los decentes, tanto al interior del país como en el sistema internacional, para enfrentar un futuro incierto y peligroso. Algunos cambios serán inmediatos. Comenzará su mandato restaurando la aptitud en los altos cargos del gobierno, desplazando al régimen corrupto, nepotista y kakistocrático de Trump. Detendrá algunas de sus decisiones más deplorables: la destrucción vertiginosa de regulaciones ambientales; la falta de sustento científico en la estrategia para mitigar la pandemia; la presión constante sobre el Departamento de Justicia para que procese a los enemigos políticos de Trump por cargos falsos, mientras perdona los actos criminales de sus amigos. Buscará reincorporar a EUA a organismos y acuerdos internacionales y reinstaurará las protecciones migratorias a los llamados jóvenes "soñadores". Todo esto podría ser solo durante el primer día de su gestión. Y la victoria es un primer revés palmario para líderes demagogos y populistas que en el mundo ven a Trump como su fuente de inspiración. La emoción de ver además a la primera mujer de color (hija de inmigrantes jamaicano e india) encarar la vicepresidencia como lo hizo Kamala Harris en su gran discurso de victoria hace que la ardua ruta por delante se vea un poco menos empinada, por lo menos durante unos cuantos días más.

Escrito en: Arturo Sarukhán Biden, Trump, victoria, poco

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