Editoriales

Columnista invitado

Los traumas de AMLO

Columnista invitado

RODOLFO ELIZONDO

Por más que pienso no encuentro otra razón por la cual Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no ha felicitado a Biden por su victoria electoral en EUA, más que por sus propios traumas. No es ciencia oculta que todos los seres humanos proyectamos nuestras experiencias de vida en los demás ámbitos de la misma. Así somos. Pero de eso a que la relación bilateral con nuestro principal socio comercial dependa de la herida psicológica del inquilino en Palacio Nacional, hay una gran diferencia.

Y lo anterior lo digo porque es la única explicación que encuentro para entender el traspié diplomático que implica no felicitar a quien, sin duda, será el Presidente de la nación más poderosa del mundo. Me imagino que en esta semana los diplomáticos experimentados de Cancillería -que los hay- ya le explicaron que allá las cosas son distintas que en México. Que en Estados Unidos no hay una autoridad electoral central -no hay un INE- sino que cada uno de los estados de la Unión Americana tiene su propio sistema electoral y que son ellos quienes dan a conocer a los ganadores de la elección en sus estados. También me imagino que ya le explicaron que por el número de votos en el Colegio Electoral y la diferencia de votos en el voto popular -más de cinco millones- es imposible que Trump gane los juicios que ha emprendido en contra de la victoria de Biden. Además, me costaría trabajo que no supiera que ya muchos otros líderes mundiales han felicitado a Biden -incluyendo el Papa y Maduro-, y que los que no lo han hecho, como él, no son exactamente un ejemplo a seguir. AMLO está en un grupo selecto que incluye a dictadores como Putin, Erdogan y Kim Jong Un, y dictadorsuelos demenciales como Bolsonaro, de Brasil. Vaya grupito.

Sabiendo todo esto, entonces, ¿qué explica que no quiera felicitar a Biden? Pues su estrechez de mente -que es conocida- y que no puede superar su trauma del 2006. Él sigue, y seguirá insistiendo que en 2006 le robaron la elección. Yo que participé de cerca en la misma, le puedo decir, amable lector, que esto es falso. Fue una elección muy cerrada, sin duda, pero no fraudulenta. Esto aunado a la impericia legal de sus abogados -que, al mismo tiempo, pidieron el recuento de los votos y la anulación de la elección- hizo que todo se viera como lo que fue: una farsa que después AMLO transformó en mito fundacional de su "movimiento". Y si bien lo llevó a la Presidencia en el 2018, los mexicanos no tenemos por qué estar pagando a diario sus traumas personales. Un verdadero hombre de Estado sabe distinguir entre sus convicciones y sus responsabilidades. Se pueden tener las primeras, pero se debe actuar conforme a las segundas.

Además, hay una cuestión de fondo. En verdad creo que sí hay afinidad personal de AMLO hacia Trump. Los dos son populistas de manual; los dos son conservadores; los dos ofenden a sus adversarios, son renuentes a la crítica, golpean a los medios. Ambos se sienten los verdaderos representantes del "pueblo" y por eso no les interesa más que consolidar su base electoral.

Esto, aunado a algo fundamental. Como dice Jorge G. Castañeda, a México no le va ir mal con Biden, pero a AMLO, sí. Al Presidente de México le resultará mucho más difícil hacerse de la vista gorda en los temas ambientales y laborales que el TMEC obliga a acatar a las empresas mexicanas. Le costará seguir con su conservadurismo frente a la legalización de la marihuana porque en EU puede ser legalizada a nivel federal. Y le costará más trabajo actuar autoritariamente sin que los estadounidenses digan algo. Por eso AMLO no felicita a Biden; está traumado y sus traumas no lo dejan entender cuál es el reto que tiene frente a sí.

Escrito en: Columnista invitado AMLO, votos, traumas, electoral

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas