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Paciencia y sensibilidad

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Paciencia y sensibilidad, en los momentos actuales, son dos cualidades o aspectos a los que la sociedad en general debería apelar para contribuir para que la contingencia sanitaria por la que atravesamos fuera más llevadera y menos mortal y trágica como la estamos padeciendo en todo el mundo, con algunos rasgos de irresponsabilidad e intolerancia por parte de algunos (¿o muchos?) habitantes que se han mostrado renuentes a cumplir todas esas normas que nos han servido para que la cifra de contagios por Covid-19 no haya alcanzado niveles todavía más preocupantes de tal forma que la capacidad de los hospitales y del personal de Salud son insuficientes para atender la emergencia sanitaria.

Sin embargo, tal parecería que a un sector importante de la población aún no le cae el veinte de la magnitud ni de la proporción que representa la pandemia de coronavirus que nos tocó enfrentar, de ahí las actitudes de indiferencia y desdén cuando se les llama la atención para que muestren un mínimo de respeto por esas disposiciones preventivas que mucho nos han ayudado a que la emergencia de salud no se haya desbordado como sí ha ocurrido en países como Brasil u otros de Europa como España, Francia, Alemania e Italia, por mencionar sólo algunos de esos casos donde sufren los estragos de la contingencia sanitaria.

Para muchos, ha sido frustrante y desesperante observar cómo una cantidad significativa de habitantes se niegan a aceptar la existencia de ese virus que ha terminado con la vida de más de un millón de personas en todo el mundo, además de ser testigos, a través de los diversos medios de comunicación, de cómo algunas personas cercanas a su entorno han perdido la batalla contra el Covid-19 y lo cual se ha traducido en la acumulación de muertes por esa causa y de las que una parte se pudo haber evitado con la adopción de las medidas que ya todos conocemos.

Ahora que, en el caso de Europa, se habla de un rebrote de la enfermedad, con el surgimiento de miles de casos, las autoridades se han visto obligadas a imponer medidas restrictivas como las que habían aplicado al inicio de la pandemia, tales como el confinamiento en los hogares y la salida de estos sólo para actividades esenciales, además de la suspensión de labores no consideradas indispensables, todo lo que ha despertado la inconformidad de muchos ciudadanos que han salido a las calles a protestar por lo que consideran un exceso de sus autoridades.

En esa parte del mundo, como el caso de Francia, además, se ha recurrido a medidas extremas como el toque de queda nocturno, de tal forma que durante la noche está prohibido circular en automóvil o caminar por las calles si no se argumenta una razón justificada para estar fuera de sus hogares, pues de lo contrario, la Policía tiene facultades para arrestar a quien viole esas disposiciones, con la imposición de multas elevadas que no son fáciles de pagar, de ahí que la mayoría la piensa dos veces antes de pensar en desobedecer esas normas.

Afortunada o desafortunadamente, en nuestro país no se ha llegado al extremo de aplicar ese tipo de medidas, debido quizás al temor de nuestras autoridades federales, por el alto costo político que les representaría en virtud de la cercanía de las elecciones donde se renovará la Cámara de Diputados, ya que un segmento importante de votantes se los cobraría en las urnas, por lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador no quiere correr ese riesgo, pues eso significaría perder la mayoría en la Cámara baja, con todo lo que ello implica para los próximos tres años.

En lo personal, considero que sí hace falta que los tres órdenes de Gobierno sean un poco más estrictos en la imposición de ciertas medidas, sobre todo en las básicas, que no se respetan, como es el caso del uso del cubrebocas y de mantener la sana distancia, ello sin contar la prohibición de organizar reuniones y fiestas que impliquen una aglomeración superior a las 10 personas, debido a que este tipo de factores pueden derivar en un aumento en la cifra de contagios de Covid-19, tal como se ha comprobado en todo el territorio nacional, con ejemplos más que trágicos.

Es cierto, amable lector(a), que todos ya estamos cansados del encierro dentro de las cuatro paredes del hogar y que ya quisiéramos regresar a nuestra vida normal, la que teníamos antes de que se decretara la actual emergencia sanitaria, con todas las actividades y rutinas que seguíamos; sin embargo, sabemos que esto no puede ser posible en este momento, en la situación actual, ya que estamos en una fase de la pandemia donde el índice de contagios no ha disminuido, de ahí que debemos reflexionar y ser conscientes en el sentido de que aún debemos esperar algunos meses más para recuperar parte de lo que era nuestra vida cotidiana.

Mientras tanto, como un ciudadano más, mi deseo y mi llamado es cumplir con todas esas normas de prevención que aún nos pueden ser muy útiles para evitar más contagios y, sobre todo, más muertes innecesarias por causa del Covid-19.

Hagámoslo por nuestra familia, por nosotros y por los que más queremos, pues en nuestras manos, y no en las del Gobierno, está reducir los casos de coronavirus para recuperar en el menor tiempo posible nuestra vida normal, una vez que la vacuna esté disponible en el país.

Escrito en: Padres e hijos esas, contagios, vida, nuestra

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