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Mi error fue no dar dinero a AMLO: Ancira

AMLO frente a EUA; ¿De la sumisión a la confrontación?

JOSÉ ANTONIO CRESPO

Lonso Ancira está preso otra vez. La primera ocasión lo detuvieron las autoridades españolas, a petición del gobierno mexicano, justo cuando abordaba su avión en Mallorca. Le dieron la libertad condicional casi año y medio y, hace diez días, tras perder un recurso sobre su extradición a México, el poderoso empresario mexicano, presidente de Altos Hornos (AHMSA) y pieza clave en el Caso Lozoya, se entregó voluntariamente.

¿Qué hizo usted mal?, le pregunté hace unos días cuando lo entrevisté para Latinus. "No haber estado con El Peje en sus momentos de elección", contesta. ¿No haberle metido dinero a la campaña?. "Pues sí, eso a lo mejor hubiera suavizado o pavimentado muchas cosas", deduce. Muchos priistas se arreglaron con López Obrador, le recuerdo. "Fueron más visionarios que yo", remata.

Ancira conversa con enorme facilidad. Yo no recuerdo haber escuchado hablar públicamente a un empresario de ese nivel de la manera en que lo hizo el magnate del acero. Contó que aportó 2 millones de dólares a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, que pagó 3 millones de dólares a Emilio Lozoya por una asesoría a unos meses de ser funcionario, pero asegura que no los sobornó, que con Peña perdió más de lo que ganó y que la venta de Agronitrogenados le convenía a México como negocio energético y al presidente como inversión política porque "es la forma más fácil de ganar una elección, si controlas los fertilizantes".

Se quejó de que el gobierno federal de AMLO le congeló las cuentas, se las liberó porque no encontró nada irregular y no le dijeron ni el famoso usted disculpe. Ironiza: "no soy el Chapo" como para merecer disculpa presidencial. Y planteó: que el presidente López Obrador me ofrezca una disculpa, que desechen los procesos penales en mi contra y yo devuelvo los 200 millones de dólares que me acusan de haber recibido en sobreprecio de la venta de Agronitrogenados en el sexenio de Peña Nieto.

La entrevista se difundió el 5 de noviembre. Nunca imaginé lo que vendría después: a los dos días, reingresó a prisión, y el 11 de noviembre, su planteamiento mereció la respuesta del presidente de México: "claro que le ofrezco una disculpa, nada más que devuelva los 200 millones de dólares". Nada se dijo de los procesos penales.

Ancira me contó que vivía de maravilla en Mallorca, que caminaba despreocupado por sus calles y comía espléndidamente. Que viajaba por toda España -aviones privados y yate- pues sólo debía acudir a firmar cada dos días ante la Guardia Civil de cualquier lugar de ese país. Y que de hecho, la cárcel no le resultó un lugar tan insoportable. La describió como un hotel de dos estrellas: "está más feo el Instituto Cumbres (de la Ciudad de México) que la cárcel" local. No tenía cara de que esperaba entrar de nuevo ni me dijo nada al respecto durante el encuentro. Eso sí, le mandó una recomendación a Peña Nieto: "que corra, que se busque Timbuctú".

El caso vive estos días su punto de quiebre. La libertad de Ancira y la viabilidad de su empresa. Su extradición y lo que pueda relatar en su declaración. Los 200 millones de dólares y la narrativa del presidente sobre la corrupción del pasado. Su entrevista me deja la sensación de que el empresario tiene para cooperar y tiene para atacar. Que va a dar, conforme vea: "soy un hombre de negocios, yo negocio todo menos a mi hija".

Unque López Obrador como candidato fue un fuerte crítico de Donald Trump, al llegar a la presidencia y tener que lidiar con el psicópata, optó por el pragmatismo de no reclamarle sus insultos a México y cumplirle puntualmente sus exigencias, so pena de pagar un elevado costo (aranceles elevados o declarar terroristas a nuestros cárteles). El pragmatismo radical lo llevó a una sumisión no vista en mucho tiempo frente a un presidente norteamericano. Pero lo que agradó a AMLO de su homólogo fue, además de sus halagos públicos, que no se metiera en la esencia del proyecto de la "4T"; reconcentrar en el Estado la producción energética privilegiando los combustibles sucios sobre los limpios, realizar sus programas sociales a costa de debilitar gravemente al gobierno mismo y destruyendo diversos programas, etcétera. En 2015, todavía como candidato, un periodista le preguntó a Trump si limitar el libre comercio con México no generaría problemas que a su vez afectaran a Estados Unidos. Su respuesta fue: "A mí no me importa México, honestamente, no me importa México" (NYT, 7/Nov/19).

En cambio, con Joe Biden las cosas podrían ser muy distintas, en la medida en que su agenda sí choca con la de AMLO, y quizá ponga mayor interés en lo que se hace en México en esos y otros temas. El artículo publicado por el exembajador Jeffrey Davidow así lo apunta, quien además recomienda a AMLO que entienda las nuevas circunstancias y aproveche la oportunidad para repensar sus políticas. AMLO debe saber ya que dicho desafío puede ocurrir, y podría poner en riesgo la esencia misma de su proyecto. Éste podría fracasar si hay una intervención franca por parte de Biden en contra.

De ser así, cabe la pregunta, ¿Reaccionará AMLO como lo hizo con Trump? ¿Accederá sin más a las exigencias de su nuevo homólogo para evitar las presiones y penalizaciones, o por el contrario, al afectarse en este caso la esencia de su proyecto, López Obrador reaccionará de manera diferente, ofreciendo mayor resistencia diplomática y discursiva? Dada la asimetría entre ambos países se podría apostar a lo primero, intentando negociar primero con los norteamericanos algún punto de equilibrio. Puede ser. Pero de insistir Biden en cambios dramáticos entonces no se puede descartar que AMLO se envuelva en la bandera del nacionalismo y la defensa tradicional de la soberanía, ofreciendo mayor resistencia. De ser el caso, justificaría su audaz y riesgosa postura emulando a Lázaro Cárdenas y su nacionalización petrolera. Se pondría igualmente de ejemplo frente a otros presidentes (en particular los del neoliberalismo), a los que acusaría de entreguistas contrastándolos con su valiente y patriótica postura frente a las injerencias del imperio (que ataca de nuevo).

De alguna manera, al justificar su retraso a felicitar a Biden, ha adelantado algunos elementos de esa narrativa, como llamar serviles a los gobiernos que sí lo hicieron, y aclarando que "No somos colonia... el gobierno de México no es pelele de un gobierno extranjero". Quizá contempla ya la posibilidad de que, ante presiones inaceptables del nuevo presidente norteamericano, él podría escudarse en la posición soberanista de antaño. Dada su personalidad y la importancia vital que concede a su proyecto transformador, no deberíamos echar este escenario por la borda. Por lo pronto, veamos cómo evoluciona su discurso y posiciones frente a Biden en las próximas semanas.

Profesor asociado del CIDE

@JACrespo1

Escrito en: JOSÉ ANTONIO CRESPO presidente, AMLO, millones, gobierno

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