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Las campanas doblan por ti

Las campanas doblan por ti

Las campanas doblan por ti

VÍCTOR HUGO CASTAÑEDA SOTO

¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?

¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?

¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?

¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?

Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.

Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.

Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

Viene a mi recuerdo este hermoso poema, del Poeta inglés John Donne, un maestro de la elocuencia y de los grandes predicadores del siglo XVI, en cuyo texto refleja una metáfora sobre el hombre que forma parte inexorable de un ser colectivo, constituido por cada uno de los seres humanos.

Y lo traigo al aquí y al ahora, ante la desesperación, rabia y tristeza que surge al observar la negligencia que se da en el manejo de la pandemia dentro de nuestro país y el crecimiento exponencial de los contagios.

Las redes sociales se han convertido en el obituario inoportuno y preciso, para darnos cuenta que cada hora son más los infectados, pero también más los gravemente internados y los

fallecidos y la desolación crece ante el abandono o la mofa de un Presidente que se empeña en restar importancia a esta mortal pandemia y escuchar con rabia, su desvariada afirmación de que la pandemia va a la baja y que los hospitales no están saturados, pero olvida decirnos que ya se acabaron los formatos de actas de defunción y los panteones abren sus entrañas para recibir más y más cadáveres.

Diario doblan las campanas y las redes sociales nos dicen por quién y realmente nos asusta ser el siguiente o los siguientes y sí la vamos a librar o seremos inducidos al coma para ser intubados y dormir hasta encontrar la muerte o esperar el milagro de la salvación.

Se acaba la narrativa, el discurso ya no alcanza, el vacío y la incompetencia de la autoridad federal es impresionante, la falta de empatía del Presidente de la República hacia los enfermos y hacia los que lloran a los más de 100 mil muertos, ya no alcanza, nos carcome, nos desestabiliza la ansiedad, el miedo a ser el siguiente o un ser cercano.

Ya no hay más nada que decir, esta pandemia esta fuera de control y el Presidente la ha convertido en la oportunidad para hacer de ella un debate ideológico, responsabilizar a sus adversarios políticos, refugiarse en el combate a la corrupción y descalificar el uso del cubrebocas, que si bien no da inmunidad al contagio en un 100%, está científicamente demostrado que ayuda a disminuir el contagio, pero la fuerte voz del Presidente y su imagen desacreditan este instrumento de prevención y nos convoca para que nos atengamos a los detentes y al poder de la unidad de un pueblo que ya está cansado, estresado y en la quiebra económica y pronto vendrá la quiebra emocional y moral.

La historia nos da cuenta de las diversas pandemias por las que ha atravesado nuestro país y si bien es cierto en la época de la colonia surgieron varias de descomunal letalidad, la de ahora incrementa su riesgo por la facilidad de contagio, la volatilidad y mutación del propio virus.

La misma historia nos da cuenta que la ilustre poeta Sor Juan Inés de la Cruz, fue víctima de la peste negra o peste bubónica (1695), una epidemia que invadió nuestro territorio y

cobro la vida de casi un tercio de la población Sobre las pandemias hay diversas cronologías, pero también novelas muy relevantes que, sin ser panegíricos de la pandemia, las abordan para describir como se vivieron y como se controlaron. Destaca por su gran impacto la Peste de Albert Camus, una novela –metáfora que aparece en el año de 1947 y a la cual han recurrido cientos de periodistas y miles de lectores para tratar de entender la pandemia del COVID–19, debo decir que el final de la novela es exitoso y de una profunda reflexión de gran sentido humano y de solidaridad.

México y los mexicanos no la estamos pasando nada bien, pues ya vamos en 103 mil fallecidos y más de un millón de contagiados y el gobierno que encabeza el Presidente López le sigue haciendo al tío lolo con su discurso de negar la realidad.

Ante esta realidad, solo nos queda la esperanza de que pronto lleguen las vacunas, de las cuales ya se informó de su aplicación, a partir el 11 de diciembre, en algunos países del mundo.

Esperemos que el Presidente López, haya tomado las providencias presupuestales para adquirir suficientes dosis y romper la cadena de contagio.

Aunque mucho me preocupa haber leído en redes sociales un comunicado en el que se afirma que México no ha realizado ningún pago como anticipo para la adquisición de vacunas.

Vaya nuestra solidaridad y nuestras oraciones para quienes hoy la están pasando mal por efecto de esta pandemia o a las familiares que ya perdieron a uno de sus integrantes.

No resta más que orar para que esta pesadilla pare pronto y el mal gobierno de la 4T que esta por cumplir 2 años, cumpla con su obligación constitucional de garantizar el bienestar físico de su población.

Recuerden, en esta crisis, ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad.

Escrito en: Presidente, pandemia, doblan, pronto

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