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JESÚS MENA VÁZQUEZ

El comienzo de este año marca el doceavo aniversario de esta columna, que se ha venido publicando semanalmente desde finales de diciembre de 2008 y por la cual me es posible tener contacto con los lectores de El Siglo de Durango, sin duda el mejor periódico de nuestro estado.

Agradezco profundamente a los directivos, encabezados hoy por el Lic. Jorge Pérez Arellano Romero, la oportunidad de publicar semanalmente mis puntos de vista sobre distintos temas de la agenda nacional y local.

Durante todos estos años he tenido la oportunidad de expresar mis opiniones sin cortapisas, lo que habla de la calidad del medio de comunicación que me ofrece la oportunidad de comunicarme con usted, estimado lector, que confía en El Siglo de Durango, ya sea en su versión impresa o en internet, para hacerse de información objetiva y formar su punto de vista.

Como cada aniversario de esta columna, escribo sobre temas relacionados con la pobreza y las políticas públicas que se implementan para apoyar a las personas que viven en esta condición, ya que se trata de temas que profundice en mis estudios de posgrado.

Como lo he mencionado en ocasiones anteriores, la llegada a la Presidencia de la República del Presidente López Obrador significó el final de los programas sociales contra la pobreza y en especial contra la pobreza extrema, que estaban basados en el desarrollo de "capacidades", un concepto por el cuál en 1998 fue galardonado con el premio Nobel de Economía Amartya Sen.

El desarrollo de capacidades, entendidas en el sentido del economista hindú, significa dotar a las personas de los medios para que puedan ejercer una libertad en sentido positivo, es decir una libertad real para ejercer derechos.

Muchos países adoptaron este modelo en sus programas contra la pobreza, nuestro país fue uno de los primeros en implementar programas para aumentar el capital humano mediante transferencias de dinero condicionadas a que menores de edad en hogares en condición de pobreza y pobreza extrema concluyeran la educación básica, lo que en principio les daría oportunidad de acceder al mercado con la perspectiva de obtener mejores ingresos debido a su mejor educación.

Lamentablemente el modelo dependía de que el crecimiento económico ofreciera espacios de trabajo mejor pagados, lo que no ocurrió debido al pobre desempeño económico del país en las últimas tres décadas.

Al comienzo de este gobierno se decidió eliminar el programa de transferencias condicionadas que operó desde el gobierno de Ernesto Zedillo hasta el de Peña Nieto, para dar paso a una política social que está centrada en la transferencia de recursos de manera universal a ciertos grupos sociales. Es decir que todas las personas que pertenecen a un grupo social específico (becas para jóvenes en escuelas públicas o las pensiones para adultos mayores) reciban la transferencia a que tiene derecho, independientemente de su condición socioeconómica.

El cambio en la política social para dar paso a las transferencias universales puede traer cambios en la formación de capital humano (y por consiguiente de "capacidades") de las niñas y niños en las familias más pobres, ya que el esquema de apoyos cambió y las familias más pobres, que previamente recibían un apoyo para cada niña o niño que asistía a primaria o secundaria, hoy reciben un apoyo único por familia.

Estimado lector, recuerde que la pandemia sigue y el riesgo de contagio es alto todavía. No arriesgue su salud ni la de su familia, siga las recomendaciones de las autoridades de salud y utilice cubre bocas en todo momento al salir de casa y evite lugares en donde exista aglomeración de personas, en especial lugares cerrados y sin ventilación.

Twitter: @jesusmenav

Escrito en: Vida pública pobreza, oportunidad, transferencias, personas

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