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DESDE AFUERA

El Capitolio. Su irrupción ¿para qué?

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El Capitolio. Su irrupción ¿para qué?

El Capitolio. Su irrupción ¿para qué?

DALILA RIVAS

Algunos gestores y analistas coinciden en que la política cultural de Estados Unidos es la inexistencia de una política cultural. No es el caso para los países latinoamericanos, donde siempre está vigente la última versión, funcional o no, pero vigente.

Uno de los grandes principios por los que surgen las políticas culturales es la promoción de la cultura como difusor de estándares simbólicos y comunicativos, así como elemento para la fundamentación de las identidades colectivas, y por lo tanto las identidades de las naciones y de los estados. En el caso de Estados Unidos, la negativa a desarrollar una política cultural se ve constantemente reflejada en la polarización de los grupos sociales y en las marcadas diferencias entre los distintos grupos raciales y su forzada tolerancia a la hora de convivir. Es decir, no hay siquiera un intento por generar una ruta que permita unificar los intereses culturales de tan heterogénea población.

El asalto al Capitolio en Washington el pasado 6 de enero, es apenas un reflejo de lo anterior. Si bien fue un allanamiento genuino y real, no así los miembros del grupo se aprecian vinculados entre sí y con un objetivo específico, por el contrario, en los videos que circulan por las redes se observa una comitiva de hombres mayoritariamente blancos, lo que deja por fuera a los asiáticos, afroamericanos, hispanos, entre otros. En un primera toma se muestran indecisos por entrar al recinto, discutiendo con un guardia desarmado y evidentemente temeroso de sus amenazas. Después ya dentro, este mismo grupo simplemente camina por las habitaciones de forma desorganizada, gritando improperios pero sin un propósito claro. Por supuesto que su primera intención fue evidenciar el apoyo a Trump y su desacuerdo en entregar la Presidencia, pero en mi opinión aquel fue un asalto desangelado y burdo, en todo caso le hiso falta el elemento antropológico unificador.

Jake Angeli, uno de los irruptores en el interior del edificio del Congreso de EE.UU y quien se denomina a sí mismo como el "chamán" de QAnon, es supuestamente el hombre fotografiado con la cara pintada y ataviado con una piel de animal y cuernos. Angeli intenta con su vestimenta dar un poco de identidad a la protesta, trae al presente la representación de un verdadero nativo sioux de los que habitaron américa del norte hace muchos años y que sin piedad fueron exterminados por los inmigrantes ingleses; sin embargo su esfuerzo se ve desvinculado también, incluso fuera de lugar porque quienes vimos las imágenes no entendimos cual fue el propósito de este hombre con cabeza de búfalo, no entendimos cual fue el propósito del grupo.

La necesidad de una política cultural para aquel país se vio reflejada en los últimos disturbios del Capitolio. No existe una ruta que les ayude a generar cierta identidad como grupo y que al mismo tiempo respete las diferencias, por el contrario cada sector, cada minoría toma su propio camino y se empeña en la negación del otro. Quizás sea el momento para que Estados Unidos reflexione acerca de una verdadera conformación cultural, que los una y les permita buscar alternativas de beneficios comunes. Quizás también sea el momento de hacer una nueva lectura a las políticas culturales de nuestro propio país y de américa latina en general.

Finalmente comentar que a pesar de los altercados que se produjeron en el interior de aquel majestuoso palacio del siglo XIX, parece que todo el arte ahí contenido ha salido indemne. Aunque no se puede asegurar lo mismo de la democracia cultural.

Le deseo un excelente inicio de semana.

Escrito en: Desde afuera mismo, política, culturales, grupo

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