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CARI?OTERAPIA POR: VANESSA BARD?N PUENTE

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Los síntomas hablan por la persona, los síntomas físicos le "gritan" al mundo tu emoción que quedó oculta, tus síntomas hablan por ti.

Es por ello, que tan sólo basta con escuchar los síntomas de cualquier persona, para conocerla a fondo, para conocer sus miedos, sus apegos, etc.

Basta conocer las enfermedades de toda una familia para saberlo todo, para descubrir incluso sus más profundos secretos, con tan sólo tener información de las enfermedades de cada integrante de la familia y la causa de muerte de aquellos miembros ya fallecidos, puede concluirse casi en un 90% la dinámica familiar completa. Todo influye en nuestra vida, el carácter de la madre, del padre, qué tan amorosos o castrantes fueron, cómo eran los abuelos o si eran huérfanos o crecieron solos.

Cuando una enfermedad aparece entre los 3 y los 7 años, por lo general incluye ya las emociones ambos padres, sus miedos, su autoestima, su carácter, su forma de reaccionar, sus expectativas rotas, sus frustraciones, sus apegos económicos y demás.

Cuando hablamos de síntomas en los niños, casi siempre nos referimos a emociones de los padres reflejados en ellos. Por lo general los padres dan por sentado que una gripe es normal en un hijo. Una tos, una diarrea, una varicela, el asma y hasta una alergia, ellos asumen de igual modo que fue el clima, algún alimento, alguna prenda, el polvo, el pelo del perro, la luna o las estrellas.

Lo cierto es que no es así, porque toda enfermedad en un menor de 14 años, es consecuencia de emociones ajenas, ya sea en los padres, o en el transgeneracional. Esas enfermedades que llamamos hereditarias, no existen. Se heredan las memorias emocionales. Es decir que yo soy vulnerable al mismo tipo de conflicto emocionales que mi mamá o el abuelo y entonces, yo me enfermo de lo mismo, emociones específicas, dañan órganos específicos, por lo que basta tan sólo con buscar la emoción contenida y liberarla, para sanar. O llegando por el otro lado, basta con conocer el órgano afectado, para saber qué emoción se contuvo.

Las personas podemos decir: yo soy bien seguro, valiente, independiente y si me enfermo, me enfermo de...Y justamente en esa enfermedad que diré, está la clave para saber si es verdad todo lo que expreso de mí mismo. ¿Increíble verdad? Y no hace falta que expreses tu emoción a gritos frente a la persona o las personas con las que ocurre el impacto.

Puede bastar tan sólo con que te apartes un poquito y lo digas en voz alta. Lo hables. No hay pastillitas, ni polvos mágicos. Se trata de un trabajo personal al 100%. Por lo tanto, en primer lugar, debes comenzar a expresar tus verdaderas emociones y en segundo lugar, debes estar consciente de lo que cada emoción contenida puede provocar en tu salud. Lo que para mí puede infinitamente doloroso o angustiante, puede no serlo tanto para otra persona. Tal vez por mi historia familiar yo soy más vulnerable a un abandono, que una persona que ha vivido solo desde pequeño y lo ha superado sin problema.

Tal vez yo soy vulnerable a pérdidas económicas y enfermo ante cualquier asunto relacionado con carencia, mientras que otra persona jamás le da importancia al dinero y vive igual de feliz con poco o con mucho. En situaciones en donde "toda la familia comió lo mismo" y sólo un integrante de la familia enfermó por eso...obviamente no fue lo que comió toda la familia, sino las emociones que "se guardó" el integrante que sí enfermó. Heredamos tesoros o trampas, como padres, tenemos que estar cada vez más y más conscientes del daño que podemos, inconscientemente, provocar en nuestros hijos.

La mejor herencia que les podemos dejar es habernos hecho cargo de nosotros mismos, nuestras heridas, soltar nuestros apegos, vivir más equilibradamente, trabajar sobre nuestros miedos (carencia, abandono, confrontación, etc) y hacer consciente de que, con ello, mejoraremos nuestras vidas y las de todos los miembros de la familia.

Si encuentras el problema, resuélvelo, cambia, toma esas decisiones que has postergado. Revisa a fondo, a las personas a quienes les confías el cuidado de tus hijos, sus defectos emocionales, sus desequilibrios, sus expectativas y carácter, porque pueden afectar la salud de nuestros niños. No es lo mismo que a mis hijos los cuide la abuela valiente, fuerte, independiente y cariñosa, a que los cuide la tía solterona, deprimida, callada y miedosa. Si jugamos a "pobrecito de mi hijito", estamos perdidos, porque ya desde el inicio, tendríamos que trabajar en nosotros primero. En ocasiones nosotros mismos como padres somos sobreprotectores o castrantes, y nosotros mismos los enfermamos. Es nuestro deber como padres, encontrar el desequilibrio emocional que está reflejando mi hijo y trabajar para corregirlo. Así de simple y así de fácil. Todo el ambiente emocional que rodee a nuestros hijos, determinará su salud y eso me incluye a mí como padre y a mí como madre. Y supongamos, todo el ambiente que rodea a mis hijos es perfección pura, si yo como padre o madre, soy la perfección pura. Entonces no queda más que analizar el árbol genealógico si por casualidad en mi hijo o en mí, ha aparecido una enfermedad "inexplicable" ...

Escrito en: emociones, síntomas, nuestros, emoción

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