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El origen del bisonte o búfalo americano y la historia de una infamia (II)

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

La historia del bisonte en Norteamérica ha sido contada de diferentes maneras, aunque en todas se coincide en el rápido descenso del tamaño de la población, pero en la mayoría se queda en una descripción muy general de las causas y de las consecuencias en los recursos relacionados. En Ecología, como en otras ciencias, en los detalles se esconde el diablo, y fueron principalmente historiadores los que matizaron algunos detalles económicos y políticos involucrados de la gran matanza en las llanuras norteamericanas.

Cuando los únicos depredadores del bisonte eran los lobos y los nativos que vivían en los llanos, muy poco se cosechaba de la población, uno o dos bisontes, generalmente los más viejos o enfermos. Los lobos requerían prácticamente de toda su pandilla para lograr tumbar un bisonte, mientras que los nativos se las veían difíciles ya que solamente contaban con lanzas y flechas para cazar a un bisonte de las planicies (Bison bison). Los bisontes son considerados como animales cautos con un sentido del olfato excelente y un oído muy agudo, además los rebaños disponían de centinelas que corrían de inmediato al percibir el peligro, iniciando una estampida.

En dos museos de Tulsa, Oklahoma, quedó grabada esta parte de la historia en pequeñas esculturas y pinturas de autores locales, en una pequeña escultura en bronce se muestra la embestida de un bisonte a un cazador nativo, el escultor grabó el rictus de dolor del cazador frustrado que volaba por los aires. Una serie de pinturas me llamó mucho la atención, en la primera se observa a un grupo de nativos en la penumbra acercándose con mucho cuidado a un rebaño de bisontes, en otra se observa al mismo grupo rodeando a un bisonte ya tumbado, con algunas flechas clavadas en diferentes partes de su cuerpo, uno de ellos se encontraba hincado sobre la cabeza del bisonte, lo que quedó plasmado en dicha pintura era el ritual de agradecimiento que los nativos le hacían al animal cazado, respirando su último aliento.

Del bisonte obtenían su alimento y su abrigo, su vestimenta, su cama y su combustible (muñiga), cuerdas para sus arcos y pegamento para sus flechas, recipientes para agua y botes para cruzar los ríos. En muy poco tiempo se modernizó el modo de caza de los búfalos americanos, los nativos nómadas se hicieron de los caballos asilvestrados que descendían de los caballos europeos que trajeron por primera vez los conquistadores españoles que llegaron a México.

A finales del siglo XVII los nativos de los grandes llanos ya contaban con caballos que ellos mismos domaron, este gran cambio lo cita así un historiador: "El gran jefe usa una lanza de un metro de hoja y tres metros de mango, cabalga intrépidamente al costado de un búfalo que vuela, y le traspasa el hígado y el corazón una y otra vez; y después repite la faena con otra pieza del espantado rebaño". Así fue como el nativo nómada se adueñó del territorio. Como ahora eran más las pieles disponibles, los nativos iniciaron primero el trueque con tribus agricultoras del sur y más tarde con comerciantes ingleses y franceses quienes empezaron a dar rifles y balas a los nativos.

Y así comienza la orgía, blancos y nativos se unieron para la mayor matanza de animales de todos los tiempos. El hombre civilizado se dio cuenta del gran potencial ganadero que tenían los pastizales de las llanuras, de modo que aceleró la desocupación asesinando a los bisontes de todas las formas posibles, por un lado estimuló el comercio de las pieles y por el otro aprovechó la locura de los cazadores abriendo posibilidades cómodas como el ferrocarril, con viajes especiales en los que los cazadores disparaban desde las ventanas, dejando atrás una llanura llena de cadáveres.

La mayoría de aquellos millones de bisontes fueron muertos en 70 años, entre el año de 1820 y 1889, el bisonte de las planicies se encontraba al borde de la extinción. Sólo algunos pequeños rebaños encontraron refugio en el Parque Yellowstone, y otros que aun vagaban por algunos sitios de las llanuras. Fue entonces cuando se dio inicio a los intentos de proteger al bisonte, en 1881 se presentaron proyectos de ley al Congreso, pero encontraron oposición en personas muy influyentes, como el ministro del interior Columbus Delano que creía que el mejor modo de someter a las Naciones Indias que quedaban como los Sioux, era matar a los rebaños.

La extinción del bisonte común se vio frustrada en gran parte gracias a los esfuerzos de particulares que finalmente entendieron el problema y a los refugios que se organizaron en terrenos públicos como Wind Cave National Park en South Dakota, entre muchos más refugios. Menciono esto porque desde aquí se enviaron los primeros bisontes a los bellísimos pastizales de Janos Chihuahua y desde este muy recientemente a la Reserva de la Biosfera de Maderas del Carmen, como puede notarse son tiempos de reintroducción en México. No de cacería, ojalá pudiéramos tener la actitud de los nativos nómadas de las llanuras, que sin darse cuenta entendían que la ética no es sólo para las relaciones humanas, sino que va más allá.

La segunda tragedia relacionada es la destrucción de los pastizales cuando se introdujo el ganado cuerno largo y más tarde todas las razas europeas, cuyos nichos tróficos se traslapaban, estos seleccionaban las mismas plantas. La consecuencia fue el sobrepastoreo y otros problemas relacionados. Si a esto se agrega la matanza de los perritos de la pradera, todos los servicios ambientales que los bisontes y perritos de la pradera ofrecían desaparecieron.

Escrito en: a la ciudadanía bisonte, nativos, bisontes, gran

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