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Necesario, volver a las aulas

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Necesario, volver a las aulas

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IGNACIO ESPINOSA

Plenamente conscientes del difícil momento por el que atraviesan nuestra entidad federativa, nuestro país y, prácticamente todo el mundo, los padres de familia (ambos, mamá y papá) desearíamos que este panorama de crisis sanitaria y económica fuera completamente diferente, con estabilidad y armonía en todos los aspectos.

Sin embargo, la realidad es muy distinta y nos lastima al grado de vivir con esa incertidumbre que genera el hecho de desconocer cuándo terminará este episodio que parece haber sido extraído de una novela de ciencia ficción, por las duras lecciones que hemos tenido que aprender, sobre todo en el ámbito de la educación, con nuestros hijos tomando sus materias a distancia.

Si bien es cierto que la educación virtual tiene sus ventajas, lo cierto es que también nuestros vástagos necesitan interactuar en vivo y a todo color con sus compañeros de clases, jugar, reír, abrazarse y compartir todas sus experiencias, tal como lo hacían antes de que esta pandemia del nuevo coronavirus (Covid-19) nos cambiara la existencia radicalmente, con todas las restricciones y las medidas de salud que debemos practicar a todo momento para evitar, hasta donde sea posible, contagiarnos de esa enfermedad que tantos hogares ha enlutado en todo el orbe.

Ya han transcurrido prácticamente 11 meses (desde marzo del 2020), cuando las autoridades educativas y de Salud determinaron la suspensión de las clases presenciales en las aulas del sistema educativo nacional, lo mismo en planteles públicos que en privados, aunque en aquel entonces se nos dijo a los padres de familia que sólo sería cuestión de un mes para que volviéramos a esos espacios donde nuestros hijos e hijas convivían durante cinco días a la semana, con la expectativa de compartir todo lo que concierne a los temas de su interés por la maravillosa edad por la que atraviesan.

No obstante, debemos asimilar que esta realidad nos impide disfrutar con plenitud todos esos momentos de cercanía física, ya que romper esas reglas de sana distancia nos puede costar caro, por el riesgo que implica contraer ese virus que puede ser letal en casos muy específicos, sobre todo cuando se trata de personas que padecen una comorbilidad como pueden ser la diabetes, la hipertensión y la obesidad, factores que pueden influir para correr un riesgo innecesario si no se toman las medidas preventivas de salud que todos ya conocemos hasta el cansancio, al grado de que en ocasiones hasta quisiéramos rebelarnos.

Lo importante es que los progenitores demos el mejor de los ejemplos a los hijos, ya que de ello dependerá que estos se conduzcan con respeto a los demás, a todos los que nos rodean, pues mientras ellos observen y constaten que sus padres acatan todas las medidas sanitarias, ellos también harán lo propio, lo que redundará en un ambiente de cordialidad y que se reflejará en la minimización del riesgo de contagiarse de esa enfermedad que nos ha agobiado y minado no sólo físicamente, sino también en el aspecto anímico y emocional, por la situación, incluso, de paranoia que muchos habitantes han padecido por el miedo a ese letal virus.

Nuestros hijos lo saben, y por ello han aprendido a cuidarse, a pesar de que existen algunos casos (o ¿muchos?) en los que grupos de jóvenes parecen ignorar el peligro que corren al salir constantemente del hogar para reunirse con amigos en plan de diversión y hasta relajo, como si la contingencia no existiera en su mundo, y muchas veces con la complacencia de sus progenitores ante la dificultad que estos tienen para ejercer un control más estricto a la hora de restringir las salidas del hogar sin motivo justificado.

Por supuesto que los padres entendemos que nuestros hijos tienen una enorme vitalidad y, también, la necesidad de relacionarse directamente con sus amigos. Eso lo comprendemos a la perfección ya que, después de todo, nosotros también, en su momento, fuimos niños y jóvenes que deseaban jugar durante gran parte del día con los amigos más cercanos o, incluso, con los vecinos.

Empero, debemos sensibilizar a nuestros vástagos para que comprendan que este todavía no es el momento para relajar las medidas de cuidado y prevención, a pesar de que la cifra de contagios, por momentos y días, sufra una disminución significativa lo mismo en nuestro estado y el país en general.

Recordemos que, si bien, el plan nacional de vacunación ya se puso en marcha, inmunizando a los trabajadores del sector salud, aún falta hasta más de un año para que toda la población tenga acceso al biológico que nos protegerá de un posible contagio de Covid-19.

Mientras tanto, continuemos aplicando todas esas normas sanitarias, que mucho nos han servido para que la pandemia no se haya extendido con mayor peligro, a pesar de que una cantidad importante de habitantes se resisten a creer que el virus existe o que piensan que ellos difícilmente van a ser víctimas de la referida enfermedad.

¿Cuándo se reanudarán las actividades en las escuelas, en todos sus niveles? Lo ignoramos, honestamente. Aunque, en lo personal, me gustaría que fuera lo más pronto posible, lo cierto es que se debe actuar con responsabilidad y habrá que esperar a que las autoridades de Salud y educativas analicen el contexto y la situación para que ello suceda, una vez que la contingencia sanitaria no represente un riesgo para nuestros hijos e hijas en los espacios educativos. Mientras tanto, amable lector(a), habrá que ser pacientes, cuidadosos y responsables para esperar el momento oportuno.

Escrito en: Padres e hijos nuestros, todos, hijos, todas

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