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¡Ya nos exhibieron!

El menos común de los sentidos

EDUARDO RODR?GUEZ

El municipio es el orden de gobierno más cercano a la ciudadanía; por lo tanto, está obligado a conocer y entender las necesidades de la población ya que, sea o no sea este el caso, la gente lo responsabiliza de cualquier asunto de interés público.

Cuando un ciudadano se queja por la falta de agua potable en su domicilio, por las malas condiciones del pavimento de su calle, por la frecuencia con la que pasa el camión recolector de basura por su casa, por la inseguridad de su barrio o colonia, por la falta de limpieza en el área verde de su fraccionamiento o simplemente cuando está inconforme por las fallas constantes del alumbrado público... difícilmente puede identificar a quien reclamarle, es aquí cuando "el gobierno" se convierte en una especie de "caja china" donde resulta imposible - e intrascendente- distinguir si la solución de los problemas es responsabilidad de la autoridad federal, estatal o municipal.

En este sentido, el Gobierno Municipal adquiere una doble responsabilidad ya que, ante una sociedad cada vez más conocedora y exigente con sus gobiernos, este se vuelve más susceptible al escrutinio de lo público por su cercanía con la población.

Esta semana se publicó un artículo a nivel nacional en la revista Nexos (¿Cómo se deciden las obras en los municipios? Reelección y prioridades de infraestructura) que toma como referencia las acciones realizadas por el Gobierno Municipal de Durango y exhibe la falta de visión en la toma de decisiones por parte de la autoridad municipal aunado a lo obsoleto que se ha quedado lo dispuesto por el famoso Ramo 33, de tal manera que la responsabilidad es compartida.

Según lo narran tres funcionarios del Instituto de Evaluación de Políticas Públicas del Estado de Durango (Inevap), la recaudación por parte de los municipios es una asignatura pendiente desde hace muchos años, por lo que se ha perpetuado la dependencia casi total de recursos federales, sobre todo de las aportaciones federales del Ramo 33. Es del conocimiento público que casi 9 de cada 10 pesos de los ingresos de los municipios de Durango provienen de la Federación; de ese tamaño es nuestra subordinación.

Lo que resulta interesante es que después de la evaluación realizada por el Inevap al Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social Municipal (FISM) el resultado es que los ayuntamientos son quienes priorizan y eligen qué obras de infraestructura realizar. Al respecto, la investigación exhibe que los ayuntamientos se inclinan por ejecutar obras complementarias, es decir, aquellas que contribuyen en menor medida a la mitigación de las variables que sirven para medir la pobreza y el rezago social pero que son más visibles para la población y reditúan en mejores rendimientos políticos. Ninguna sorpresa.

Es por eso que, si observamos con detenimiento, la mayoría de las obras municipales se enfocan en unidades deportivas, bardas perimetrales y calles. Según los expertos, "son proyectos en donde predominan cuestiones políticas más que técnicas y de atención de prioridades para garantizar los servicios básicos y derechos sociales".

Lo anterior es preocupante porque se trata del recurso público que en el caso de Durango llega "a cuenta gotas" comparado con años anteriores; resulta indignante que en el discurso se hable de obras para mejorar las condiciones de vida de los más vulnerables, pero en los hechos se pretenda agradar al elector, y no al ciudadano.

Hay algo que queda claro una vez más: "chango viejo no aprende maroma nueva", por eso debe existir una visión de futuro a la hora de conformar un gabinete, mezclar experiencia con juventud y, sobre todo, capacidad probada... también es cierto que desde hace años no se ha modificado el catálogo de obras admitidas por el Ramo 33; sin embargo, ni una ni otra son razones suficientes para hacer uso electorero del erario.

En fin, aún falta la mitad del camino por recorrer para esta administración municipal. Mientras tanto... ¡ya nos exhibieron!

@eduardguezh

Escrito en: obras, falta, Durango, público

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