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IGNACIO ESPINOSA

A pesar de que algunas instituciones públicas y una amplia gama de organizaciones de la sociedad civil han hecho esfuerzos para que se respete a las personas por sus preferencias sexuales, lo cierto es que a estas alturas del siglo XXI aún prevalecen actitudes de discriminación hacia hombres y mujeres que sienten inclinación y atracción por individuos de su mismo género, lo que nos da una idea de que aún falta mucho por hacer para erradicar o, por lo menos, disminuir esas conductas que han provocado hasta crímenes de odio que no deberían ocurrir si respetáramos los gustos y tendencias de los demás.

Para darnos una idea de lo arraigado que está ese sentimiento de discriminación hacia quienes profesan una atracción hacia personas de su mismo género, basta echarles un vistazo a las diferentes plataformas digitales y aplicaciones para constatar cómo abundan los comentarios ofensivos hacia dicho sector de la población, al grado de que los autores de esas expresiones hasta se jactan de sus posturas como si fueran dignas de elogio, aunque en realidad mucho esconden de odio y más bien deberían ser ignoradas y hasta condenadas por su alta carga de negatividad.

Un ejemplo muy específico es el que encontré hace unos días, relacionado con un programa de televisión abierta en el que participan dos equipos de atletas que compiten por una serie de premios, cada uno integrado por hombres y mujeres que poseen cualidades y destrezas muy bien identificados por el público que los apoya a través de distintas redes sociales.

No obstante que cada equipo tiene un sector que respalda a sus miembros de manera individual, no faltan aquellos internautas que dan rienda suelta a sus complejos y traumas para insultar a los atletas que se les vincula con ciertas preferencias sexuales, aunque lo realmente importante es que los participantes de dicho reality se esfuerzan por ganar en los circuitos que se arman para competir y en los que los obstáculos deben ser superados con el uso de determinadas habilidades, ya sea para saltar, correr o definir con un alto nivel de puntería en sus brazos.

Para quienes seguimos este programa, resulta indignante que un grupo significativo del público (afortunadamente, son los menos) se enfoque en resaltar la orientación sexual de algunos de los participantes, con lo que minimizan o tratan de demeritar sus resultados positivos en las competencias, cuando lo realmente importante es que los atletas entregan lo mejor de sí mismos para divertirnos a quienes estamos al pendiente de la pantalla, de lo que ocurre en cada duelo, ya sea individual o colectivo.

Así como hay quien se suma a las expresiones que buscan denigrar a los atletas que tienen ciertas preferencias sexuales, también hay que reconocer que los comentarios que los defienden superan por mucho a las personas que insultan a los participantes del programa que reciben ataques de todo tipo sólo por ese motivo, lo cual no se justifica por ninguna razón, ya que ante todo merecen todo el respeto del público que los sigue a través de las diferentes plataformas digitales y aplicaciones.

Debo reconocer que en alguna ocasión me "enganché" con una de esas personas que insultan a esos atletas, pues los defendí a estos con el argumento de que sólo son individuos que fueron contratados por la televisora para entretener y divertir al público, lo cual no les da derecho a los seguidores del programa a ofenderlos.

De manera afortunada, pude observar muchas reacciones positivas apoyando mi comentario al grado de casi obligar a los autores de esas expresiones negativas a guardar silencio ante la oleada de respaldo hacia mi exigencia de respeto por los atletas.

Al menos, también pude comprobar que somos mayoría quienes pugnamos por el respeto hacia la preferencia u orientación sexual de quienes nos rodean, aunque también, insisto, nos falta un largo camino por recorrer para alcanzar el nivel de tolerancia al que aspiramos para que exista equidad y armonía en nuestra sociedad, sobre todo en este tema que despierta un alto grado de polémica, principalmente entre quienes se resisten a entender que necesitamos ser más comprensivos en ese aspecto.

Es conveniente recordar, amable lector(a), que todas esas actitudes discriminatorias, por lo general, tienen su origen en el entorno de quienes las practican, es decir, quien las asume, normalmente, lo hace porque tuvo la influencia de alguien que le enseñó que nada de malo tiene el hecho de burlarse (que eso ya es una forma de violencia, de tipo verbal) y hasta agredir físicamente a una persona que siente y expresa su atracción hacia alguien del mismo sexo.

Una vez expuesto lo anterior, se puede afirmar que un factor importante que influye en el hecho de agredir a una persona por su preferencia sexual tiene su origen en lo que alguien aprendió en el hogar, ya sea directa o indirectamente, o a través de amistades o gente cercana que le enseñó que esas conductas de discriminación no son del todo malas y que, incluso, pueden ser hasta bien vistas por un sector de la sociedad.

Por ello, los padres de familia debemos ser cuidadosos para no incurrir en esa clase de posturas discriminatorias, pues de ello depende que nuestros hijos e hijas aprendan a respetar o a rechazar y agredir a las personas que tienen o sienten atracción por alguien de su mismo género, así que el llamado es a educar con el sentido de tolerancia y comprensión en ese aspecto.

Escrito en: Padres e hijos hacia, quienes, esas, personas

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