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SERGIO AGUAYO

¿Cuál autosuficiencia energética? México machista

SERGIO AGUAYO

El insumo con el que se genera cerca del 70% de la energía eléctrica en México es el gas natural. Casi la misma cifra, 70%, es lo que se tiene que importar de gas natural para satisfacer la demanda del sector público y del privado en México. De esos dos simples datos se sigue que la supuesta "autosuficiencia energética", tan cacareada por esta administración, no se circunscribe a producir más gasolina. Pero también se sigue que, casi por razón de Estado, México debería poder almacenar cantidades significativas de gas natural para poder enfrentar imprevistos, como ejemplificó la reciente caída de las exportaciones texanas.

Los países europeos que no producen gas natural lo almacenan en, por ejemplo, yacimientos de gas o petróleo ya agotados, o, para dar otro ejemplo, lo procesan para poder almacenarlo o transportarlo en estado líquido (gas natural licuado). Así es como esos países cuentan, en promedio, con un aprovisionamiento por más de cien días en caso de una crisis. ¿Y en el caso de México? No alcanza ni para dos días lo que se puede abastecer, mediante gas natural licuado, desde los puertos de Altamira, Ensenada y Manzanillo.

Los proyectos para el almacenamiento subterráneo del gas natural, que ya estaban perfilados en la administración anterior, fueron desechados por la actual administración probablemente tanto por ignorancia supina como porque se requería inversión privada. Aunque ahora sí, ahogado el niño a tapar el pozo: acaba de anunciar el gobierno que retomará los proyectos de almacenamiento de gas natural.

¿Qué ha sucedido, por otro lado, con la producción nacional? El llamado gas natural asociado es el que está mezclado con el petróleo crudo (u otros hidrocarburos) cuando éste es extraído. Aunque también existen yacimientos de gas en estado libre, Pemex no lo busca por sí mismo, al ser más rentable la extracción del aceite. Dada la caída en la producción de petróleo desde el sexenio anterior, la producción nacional de gas natural también se ha reducido.

Ahora bien, el petróleo crudo y el gas pueden estar en yacimientos tanto convencionales como no convencionales. Estos últimos son llamados así porque los hidrocarburos no descienden de las rocas donde se generaron si éstas son poco permeables, al contrario de lo que sucede en los yacimientos convencionales. Por tanto, para poder liberar los hidrocarburos deben microfracturarse las rocas de manera hidráulica (fracking en inglés).

México ocupa el sexto lugar mundial entre los países con mayores reservas en yacimientos no convencionales; el monto de las reservas es de hecho similar al de Canadá y no lejano al de Estados Unidos (quienes tienen las mayores reservas son China y Argentina). Por otro lado, la fracturación hidráulica está prohibida en algunos países, especialmente europeos. La razón más común que se esgrime es que se emplea demasiada agua en el proceso, aunque ésta pueda ser residual y pueda reutilizarse varias veces.

"No vamos a usar el famoso fracking", declaró Andrés Manuel López Obrador en octubre de 2018. "Estamos echando a andar plantas de combustóleo, plantas con carbón para enfrentar la emergencia", declaró López Obrador la semana pasada. Además de que su uso es más eficiente en términos energéticos, el empleo del gas natural es, por mucho, menos nocivo para los seres humanos que el combustóleo y el carbón.

Las candidaturas a gobernador de dos machos confesos -Félix Salgado Macedonio y Jorge Hank Rhon- reflejan la perniciosa fuerza de la misoginia y evidencian el fracaso del sistema de partidos mexicano.

Salgado y Hank nacieron con un año de diferencia (1957 y 1956 respectivamente). El primero militó en la izquierda, el segundo en el PRI. Personifican al machismo cerril que alardea de tratar a las mujeres como seres inferiores, como objetos sexuales, como pañuelos desechables.

Si aspiran a cargos importantes es porque los partidos políticos y sus líderes los justifican y protegen, ignorando su historial y al movimiento feminista. Para defender a Salgado, acusado de violación, el presidente Andrés Manuel López Obrador repite que lo verdaderamente importante es "preguntarle al pueblo de Guerrero" (con encuestas) para luego denunciar, sin presentar evidencia, la existencia de un complot conservador.

El dirigente del Partido Encuentro Solidario -socio de Morena-, Hugo Eric Flores, justificó la candidatura de Hank Rhon a gobernador de Baja California recordando su éxito económico. "Podrán decir lo que quieran" pero Tijuana "es un polo de atracción de inversión económica", esto, según él, gracias al polémico empresario. Mal anda México cuando el partido que promete una regeneración espiritual postula a quien presumiera que las mujeres son su "animal favorito", ha estado en prisión y tiene acusaciones de complicidad con el crimen organizado y de estar involucrado en el asesinato del periodista Héctor Félix Miranda, "El gato".

Estamos ante un patrón. Todos los partidos buscan candidatos que les den votos, independientemente de su historial ético, de su experiencia profesional o de su vocación de servicio. A quienes dirigen los partidos solo les interesa seguir siendo parte de ese oligopolio multimillonario que controla la vida pública mientras se enriquecen (este año recibirán de prerrogativas federales unos 7,159 millones de pesos, más los recursos entregados por las 32 entidades). Una mafia voraz que tuvo el cinismo de poner en la Constitución la obligación de recibir incrementos anuales.

Su desprecio a la ciudadanía es correspondido. En septiembre de 2020 sólo el 12 por ciento de la población tenía una buena opinión de los partidos (Mitofsky). Sabedores de su desprestigio, los partidos se blindan de varias maneras. Una de ellas es prohibir a los ciudadanos interponer quejas ante las comisiones de honor y justicia (solo pueden hacerlo sus militantes).

Las autoridades electorales deben actuar ante la crisis sistémica de los partidos y la exclusión metódica que hacen de una ciudadanía a la que dicen representar. Deben hacerlo porque los partidos están carcomiendo nuestra democracia marchita. Entre otras consecuencias negativas -y haciendo a un lado excepciones bien significativas-, han ido llenando a las dependencias del Estado de funcionarios ineptos. Sólo piensan en seguir explotando una mina de oro y son incapaces de atender las aspiraciones y necesidades de una sociedad herida por los carteles criminales, la corrupción, la inequidad, el COVID, el deterioro ambiental y la violencia de género.

A quienes rechazamos candidatos representativos del México macho nos queda, en el corto plazo, apoyar las protestas de los movimientos feministas que culminarán el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Ellas han tomado a Salgado y a Hank como paradigma de un sistema patriarcal opresivo e injusto.

Propongo que el día de las urnas -6 de junio- sólo apoyemos candidatos con un historial de integridad y disposición a rendir cuentas y atender a sus representados. Ya basta de irnos por el menos malo. Si ninguno nos satisface optemos por la abstención o el voto nulo. Son opciones tan legítimas como involucrarse en los múltiples movimientos y organismos creados por la sociedad para defender sus intereses y vigilar a los gobernantes.

El feminismo es uno de los temas que más se le atragantan al presidente de la República. Ante cada protesta o movilización responde con justificaciones y descalificaciones sonoras pero endebles. Con su defensa de la candidatura de Salgado Macedonio se coloca abiertamente en las filas de ese México machista que tanto daño nos ha hecho. Se aparta, así, de los vientos que están renovando este siglo.

@sergioaguayo

Colaboró: Sergio Huesca Villeda

Escrito en: SERGIO AGUAYO partidos, natural, México, yacimientos

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