Durango

'Quédate en casa' acentuó la desigualdad en Durango

'Quédate en casa' acentuó la desigualdad en Durango

'Quédate en casa' acentuó la desigualdad en Durango

CLAUDIA BARRIENTOS

A casi un año del cierre de las escuelas por la pandemia de Covid-19 en Durango, el 18 de marzo de 2020, nadie puede negar los aspectos positivos en medio de un panorama tan adverso, pero también resulta evidente que se acentuó la desigualdad en aspectos tan básicos como la educación.

Aún no se termina de asimilar esta nueva realidad entre la comunidad escolar. La incertidumbre se mantiene como una constante y lo único seguro es la inequidad en las condiciones para el aprendizaje entre unos niños y otros, desde el inicio de las clases a distancia.

POCOS LO VIERON VENIR

El 18 de marzo de 2020 se decretó el cierre de diversas actividades en Durango, incluidas las instituciones educativas. Pocos se imaginaron que, a casi un año de distancia, aún seguirían sin poder reunirse con sus compañeros en el salón de clase.

"Al inicio de la pandemia pensé que pasando las vacaciones de Semana Santa estaríamos de regreso en las aulas, cuando se empezaron a escuchar los rumores de que en otros estados se estaba iniciando el confinamiento nuestro Director nos citó a reunión y nos habló de la posibilidad de que las escuelas se cerraran por el coronavirus", compartió Emilia Unzueta, maestra de segundo grado en un turno vespertino.

Después se les dieron a los maestros manuales para el regreso a clases el 20 de abril pero, llegado el momento, se les notificó que las clases continuarían a distancia por lo que empezaron a localizar a los padres de familia, vía telefónica principalmente, para darles a conocer las nuevas indicaciones.

Menciona que, por parte de su director, se promovieron capacitaciones para el manejo de las distintas plataformas de clases en línea y se les explicó también el mecanismo a los padres de familia.

Nunca les faltó la capacitación, el problema fue que solamente estaba en contacto con el 40 por ciento de los alumnos de su grupo por lo que localizar a los demás, era lo más apremiante.

"La zona en la que trabajo es de muy bajos recursos por lo que solamente cinco alumnos contaban con internet en casa e incluso varios de ellos no tenían televisión".

Después vinieron nuevos retos ya que, aunque pudo establecer contacto con un mayor porcentaje de sus alumnos, los padres de familia se empezaron a quejar porque las actividades escolares les restaban mucho tiempo, esto obligó a que cada maestro fuera adaptando sus clases para que sus alumnos siguieran aprendiendo. "Tristemente el apoyo en las actividades ha ido bajando en el periodo actual, muchos padres se excusan por los tiempos, el número de hijos, así como la falta de medios electrónicos para trabajar".

ENTRE LO IDEAL Y LO REAL

En cada hogar la situación es completamente distinta. Hay quienes han tenido todos los recursos a su alcance, pero también hay quienes no cuentan con lo más básico para dar seguimiento a su instrucción académica.

Pamela Oranday, maestra de primaria en una comunidad rural, explicó que en su escuela no todos tienen acceso a internet por lo que fue muy difícil al principio. Sin embargo, poco a poco se pudo lograr comunicación con algún integrante de la familia de los alumnos, para el seguimiento.

En su caso, observó varios obstáculos en las clases a distancia. Y es que, en repetidas ocasiones el único celular en el hogar es de la mamá y muchas de las madres de sus alumnos son trabajadoras domésticas que realizan sus actividades laborales de 09:00 a 15:00 horas y quienes, al llegar a casa, no solo tienen que apoyar a un hijo sino hasta a cuatro.

Además de las deficiencias en la señal de internet y hasta de la televisión, la mayoría de sus alumnos no cuentan con un celular con saldo. Por si fuera poco, la escolaridad de la mayoría de los padres tampoco facilita que les puedan explicar los contenidos según el grado que cada uno cursa.

Y, aunque son los menos, también hay casos de alumnos que no han dado seguimiento a sus clases por apatía y falta de motivación, ya que su entorno no lo promueve. "No ha sido fácil como docente, hay frustración. Es la primera vez en mis 10 años de servicio que se nota de manera muy relevante la falta de equidad educativa", lamentó.

 CADA ALUMNO, UNA HISTORIA

La maestra Lupita Centeno se jubiló en medio de la pandemia, pero fue requerida para apoyar a un niño con Síndrome de Asperger que, aunque está diagnosticado, no se encuentra bajo tratamiento ni terapia.

"En ocasiones su comportamiento no difiere del de otros niños; y en otras, de repente cambia por lo que hay que estar preparada".

Su condición, aunada a las dificultades en su grupo con las clases a distancia, ha hecho aún más complicada la situación por lo que la maestra Lupita lo apoya de manera complementaria.

En casos como este, el confinamiento dejó en evidencia la falta de atención a alumnos con requerimientos especiales ya que el maestro titular no tiene una adecuada planeación de las actividades por lo que se debe que recurrir a una maestra que los apoye en lo individual, pero eso no siempre es posible. "Es una experiencia nueva, algo complicada, pero también con satisfacciones personales", compartió.

 MAESTRAS Y MADRES

Además de docentes, las mujeres entrevistadas para este trabajo son madres de familia que, como muchas, se vieron orilladas a asumir dobles o hasta triples jornadas laborales ya que son también responsables del cuidado de sus propios hijos y de las labores del hogar.

Esto, además de un mayor esfuerzo, implicó un mayor gasto ya que, al requerir la computadora para las clases a sus alumnos, también tuvieron que gastar en aparatos e internet para que sus hijos se mantuvieran en sus clases.

Además, comparten la preocupación con los padres de sus alumnos porque sus propios hijos en ocasiones se sienten saturados y no han podido retomar la convivencia escolar.

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