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Diamantina rosa y espuma o las 'fallas' del feminismo

Diamantina rosa y espuma o las 'fallas' del feminismo

Diamantina rosa y espuma o las 'fallas' del feminismo

SAC

No mucho antes de que el mundo se convirtiera en un escenario pandémico, leí por primera vez a Roxane Gay. A pesar de ser feminista desde niña, hace poco tiempo empecé a sentir la necesidad de empaparme de teoría y autoras feministas para dar argumentos informados, para no escribir por escribir (esta columna de 884 palabras pasó por la revisión de cuatro personas). Temí no comprender a Butler a la primera, así que empecé con Gay.

Desde que me asumo como una feminista que intenta tener una perspectiva informada e interseccional, he encontrado a muchos tipos de personas en mi camino -sobra decir que esta es mi experiencia única e intransferible-: aquellas amigas con las que vas creciendo en el feminismo, aquellas personas que se acercan con la intención honesta de entender o aprender, y en el proceso te ayudan a aprender también, y aquellos que te cuestionan sólo para provocar o para que, acorralada, finalmente te rindas y aceptes que sí, que el feminismo es malévolo e inexistente, inútil y diabólico.

Como siempre, el 8 de marzo, más allá de ayudarnos a visibilizar la violencia y los feminicidios, se vuelve un escaparate para este último tipo de personas.

He escrito ya sobre los monumentos que se rayan y al día siguiente amanecen intactos. Ahora, sobre la diamantina rosa y la espuma que se lava de la ropa.

Las marchas son separatistas porque asisten mujeres que han sido violentadas por hombres que incluso pertenecen a su familia. ¿Cómo puede reclamar cualquiera que, para la comodidad de sí mismo, esas mujeres muestren más vulnerabilidad de la que cualquiera debería exigirles? Son separatistas porque se busca crear un espacio seguro, en el que al menos por unas horas nadie violente, nadie minimice nuestras exigencias.

Incluso, en muchas marchas, se pide solamente que los hombres acompañen desde el último contingente. Así es como muchos vendedores de helado se unen de pronto y papás también, como José Luis Castillo Carreón, que busca a Esmeralda Castillo Rincón desde 2009, y cuyas fotos lanzando diamantina rosa al aire, usando una manta con la fotografía de su hija y la frase 'No me olviden, falten yo', se viralizaron en el 2019.

En el 2017, el periodista Memo Bautista escribió en Facebook sobre dos ejemplos similares: 'Recuerdo una foto que le tomaron al Ejército Zapatista en los dosmiles cuando entró al Zócalo. Se ve increíble cómo entran los encapuchados encabezando la marcha. Ese fue uno de los acuerdos de esa manifestación, que sólo entrara el EZ. En la primera marcha por los 43 de Ayotzinapa acá en la CDMX, los padres de los desaparecidos pidieron marchar al frente sin que otros colectivos y simpatizantes lo hicieran con ellos. Y así se hizo y fueron visibles. No entiendo entonces por qué si las morras piden que un contingente sea sólo de chicas, porque necesitan ser visibles, no se respeta ese acuerdo. ¿Por qué al EZ y a los padres de los 43 sí se respeta y a las morras no?'

María Fernanda Ruiz, en 'Reflexiones sobre coberturas separatistas', se pregunta dos cosas:

1.- 'Si el gremio periodístico acepta las reglas de cobertura de otros espacios, ¿por qué les cuesta tanto aceptar las del movimiento feminista?'

2.- Sobre los reporteros que aun así se presentan a las marchas sin respetar los espacios que se les asignan: '¿qué tanto están en servicio y qué tanto quieren ser los periodistas audaces que se enfrentan a las 'malas feministas'?'

Y escribe también: 'hemos sido testigos que quienes cubren, saltándose y no respetando las peticiones de la fuente, no sólo ignoraron los sentimientos, la ideología y las decisiones de las mujeres, sino que terminaron siendo la nota [...] El no volverse la nota es una de las primeras enseñanzas que nos dan en las escuelas de periodismo'.

Esa idea de que odiamos a los hombres es tan gastada como la tendencia de los skinny jeans, y aun así no logramos deshacernos de ella.

No es nuestro trabajo.

Pero cada vez que algo así pasa, que un reportero se vuelve la nota o un hombre es agredido por no respetar los acuerdos de una marcha, esa idea vuelve a surgir como las sombras que no dejan de acecharte cuando regresas sola a casa. Y aparecen también todas las cosas que hace mal el feminismo.

Hablé de Roxane Gay al inicio de esta columna porque, en 'Bad Feminist', reflexiona justamente sobre esos 'errores' que se cometen desde el movimiento:

'El feminismo tiene sus fallas porque es un movimiento impulsado por personas y las personas son intrínsecamente imperfectas. Sea por la razón que sea, lo juzgamos con una vara de medir poco razonable, que le exige ser todo lo que queremos y tomar siempre la mejor decisión. Cuando el feminismo no cumple nuestras expectativas, sacamos la conclusión de que el problema es del feminismo en sí y no de las personas imperfectas que actúan en su nombre'.

Y aún con sus 'fallas', aún con todas las imágenes de las feministas como un invento que nació apenas hace dos años porque en siglos pasados todas las mujeres eran 'buenas mujeres', el feminismo se arma de símbolos que a pesar de surgir en contextos geográficos determinados, logran expandirse, siempre:

Una marea verde argentina.

Una canción chilena.

La diamantina rosa mexicana.

La espuma duranguense.

Escrito en: ITINERANTE feminismo, personas, rosa, espuma

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