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Museos ¿para qué?

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Museos ¿para qué?

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DALILA RIVAS

La historia del cine en Durango comienza en las postrimerías del siglo XIX con la llegada de los representantes técnicos de Thomas Alva Edison a la ciudad, James White y Frederick Blechynden y con ellos la fantástica filmación "Wash Day in México" o "Lavanderas", una maravillosa vista que nos permite asomarnos a la vida cotidiana del Durango de hace 120 años. En la vista se observa a un grupo de mujeres que lavan su ropa en la rivera de la Acequia Grande, a un costado del Paseo de las Alamedas. Todas usan rebozo como tocado sobre sus cabezas, a la usanza tradicional de la época. Observar esas imágenes nos permite viajar en el tiempo, reconocer el sitio al que pertenecemos y reencontrarnos con nuestro origen. Nos hace respetar nuestra historia porque en ella estamos presentes como individuos y como sociedad.

Desgraciadamente esas primeras filmaciones no se cuentan como patrimonio de México, mucho menos de Durango por muy tierra del cine que se haga llamar. Por aquellos años pertenecieron a la empresa productora Edison Manufacturing Company, hoy gracias a la cultura de la preservación de la historia que ha desarrollado el vecino país, esta y otras filmaciones se pueden consultar en el Fondo de Memoria Americana, (en el apartado: Inventando el Entretenimiento: Las Películas de las Compañías de Edison) de la Biblioteca del Congreso de Washington. Lo anterior demuestra además la importancia de los museos, en ellos se guarda la memoria de lo que somos y sus colecciones constituyen una de las plataformas patrimoniales más poderosas para que las comunidades se reúnan, compartan y difundan ideas.

La construcción del Museo del Cine de Durango es un gran acierto, ya que contará con salas de exposición modernas donde albergará la riqueza histórica del cine en Durango, pero además servirá como punto de reunión para eventos relacionados a esta actividad. En esta primera etapa se le asignaron casi siete millones solo para museografía; lo interesante aquí es saber cuál será el presupuesto asignado para su manutención anual. Y es que ese es el otro gran problema de los museos en México, el compromiso presupuestario que a los legisladores no les interesa asumir. La manutención debería estar contemplada de manera fija, así como se hace en otros países como España donde el gobierno y la iniciativa privada trabajan en alianza para sostener la infraestructura histórica.

En México los museos sobreviven de milagro y gracias a las aportaciones de los visitantes, aportaciones que en muchos casos son irrisorias. Pongo de ejemplo el Museo Nacional Francisco Villa, el museo más representativo no solo de la ciudad de Durango sino del estado, actualmente cobra 25 pesos la entrada regular, mientras que otros museos cobran hasta 350 pesos, por supuesto que las condiciones son distintas. La reducción o incluso falta de presupuesto para este recinto lo ha llevado a la desactualización del programa interactivo con el que contaba en sus inicios, además de otras fallas de mantenimiento. Sin embargo, se pretende construir un museo más, este estará dedicado al Gral. Guadalupe Victoria primer presidente de México, y estará ubicado en la tercera etapa del Palacio de Zambrano. Lo anterior está muy bien en términos de beneficio de la conservación del patrimonio, lo que no está bien es no tener la certeza de su salvaguarda, por ello urge una legislación y compromiso al respecto. Los museos por su parte deben demostrar todo su potencial como agentes de cambio y catalizadores del desarrollo, de lo contrario corren el riesgo de ser percibidos como no esenciales.

Los museos no abren los lunes, sin embargo puede darse la vuelta de martes a domingo. Y viva Durango, tierra del cine! Excelente semana.

@dalovska

Escrito en: Desde afuera Durango, museos, historia, cine

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