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De Política y Cosas Peores

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ARMANDO CAMORRA

En El Ensalivadero, solitario y oscuro paraje al que acuden por la noche en automóvil las parejitas en plan húmedo, la linda chica le preguntó a su galán: "¿Acaso no crees en el más allá?". El mancebo se desconcertó: "¿Por qué me dices eso?". Explicó ella: "Nada más me pones la mano en la rodilla". Babalucas tenía una tienda donde vendía artículos diversos. Le comentó a un amigo: "Con esto de la epidemia en enero perdí 20 mil pesos, en febrero 30 mil, y este mes ya llevo perdidos cerca de 50 mil". Le preguntó el amigo: "¿Por qué no cierras?". "Oh no -se alarmó el badulaque-. ¿Y luego de qué voy a vivir?". Pirulina, muchacha sabidora, se prendó de Castilino, joven varón muy guapo pero poco ducho en los mesteres del amor. Una noche le dijo en tono sugestivo: "Te invito a mi departamento. Tengo cama de agua". "Gracias -declinó él la invitación-. No tengo sed". "Semana Santa" se llama ésta, nombre que la burocracia oficial intentó cambiar por "Semana de Primavera". La gente no hizo suyo ese florido título -tampoco le gustó "Semana Mayor"-, y sigue diciendo todavía "Semana Santa". Aunque mis cuatro lectores no lo crean, en tiempos del conflicto entre el Estado y la Iglesia Católica de México -finales de los años veinte del pasado siglo- se hizo una campaña tendiente a evitar que en Navidad los niños le pidieran sus regalos al Niño Dios -lo de Santo Clós aún no era de uso-, y que en vez de eso le escribieran sus cartitas ¡a Quetzalcóatl! Como dicen los vecinos del Potrero para mostrar admiración o asombro: "¡Haiga cosas!". Pero estoy divagando. A lo que voy es a decir que con motivo de la Semana Santa muchos irán de vacaciones a sitios en los que habrá seguramente aglomeraciones de personas: playas, centros turísticos, lugares de moda. Nadie debe olvidar, sin embargo, que hay pandemia, y que el pernicioso virus está acechando en todas partes, y más ahí donde se olvidan las precauciones que se han de tomar en presencia del letal Covid. Sé que el encierro es ya agobiante, especialmente para los jóvenes y niños, pero una y otra vez se ha repetido que no hay que bajar la guardia ante el peligro del contagio. Ojalá con motivo de la temporada vacacional no suceda lo mismo que en las fiestas de Navidad y Año Nuevo: las reuniones de familiares y de amigos fueron causa de que aumentara la tasa de contagios por el coronavirus. Mayor prudencia y menor impaciencia nos ayudarán a mantenernos con salud. La mamá de Pepito le comentó a su marido: "El vecino del 14 está en la cama muy enfermo". De inmediato sugirió el chiquillo: "Envíale a Tonila". Tonila era la linda mucama de la casa. La señora se sorprendió: "¿Por qué dices eso?". Explicó Pepito: "Porque la otra noche oí en el cuarto de ella que mi papá le dijo: '¡Me hiciste revivir, mamita!'". Ya conocemos a Capronio: es un sujeto ruin y desconsiderado. Su esposa le informó: "Mi mamá recuperó milagrosamente la salud, y ya no está en peligro. Cuando salga del hospital va a venir a vivir con nosotros". "Me lo esperaba -respondió Capronio con acento sombrío-. Hace unos días le pregunté al doctor: '¿Cómo está mi suegra?', y me contestó: 'Debe usted esperar lo peor'". En el bar un sujeto le dijo a la linda chica que tenía al lado: "Soy mago. Te apuesto 20 pesos a que puedo poner la mano sobre tu busto sin tocarte para nada la ropa". La chica consideró la imposibilidad de hacer tal cosa, y aceptó la apuesta. El lúbrico sujeto puso entonces su mano en la región pectoral de la muchacha, y gozó cumplidamente su turgencia y suavidad. "Pero tocaste mi ropa" -objetó ella. "Tienes razón -admitió él-. Perdí la apuesta. Aquí están tus 20 pesos". FIN.

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