No terminó el año, pero en lo que lleva de su desarrollo, 2013 nos ha atropellado con discos excepcionales en el plano internacional. Y queda un semestre.
El año 2013, como pocos precedentes en el nuevo siglo, abona la idea de que estamos ante una nueva “edad dorada” del rock y tangenciales.
Es así porque en materia de publicación de discos del rock internacional, en el primer semestre se ha producido un inusual tsunami de obras rutilantes de artistas legendarios y/o consagrados en el último tiempo.
1.-13
Este disco dialoga cómodo con los clásicos de Black Sabbath. Es más, si alguien quiere explicarle a un neófito qué es el heavy metal, tranquilamente puede ir a uno de los temas de este tracklist. A Damage soul, por caso, que fundamenta con gesto académico que el metal es la amplificación enfermiza del blues con una lírica endemoniada, amenazante, diabólica.
2.-Delta machine
Pregunta: “¿Es parecido a Violator?”. Respuesta: “No”. Lo que sí tiene DM (mismas iniciales de Depeche Mode, fíjese) es la misma pulsión oscura de 1990, cierto blues espacial de entonces, hoy una máquina de precisión orientada a desentramar misterios de la música electroacústica. Podría decirse que DM no tiene hits, y también que es tan parejo que no los necesita.
3.-Random access memories
Lo nuevo de Daft Punk es un ensayo retrospectivo sobre la música bailable. Recupera a Nile Rodgers, homenajea a Moroder y pone organicidad groovera para el brillo de Julian Casablancas, Panda Bear y del sultán Pharrell Williams. Con él, precisamente, los robots alumbraron Get lucky, el tema del año. Perdón, ¿quedan dudas al respecto?
4.-Yeezus
Si no es el disco del año, hay que concederle a su tracklist el tema de lo que va de 2013: Black skinhead. El corte es lo más punk que puede encontrarse en el ¿hip hop? actual, en un álbum que destila oscura energía, ira contenida y canalizada en bases gruesas y caídas libres vocales. Más arriesgado que Tricky, más provocador que Lil Wayne: Kanye West.
5.-The next day
El nuevo de Bowie es disco de reafirmación pero muy consciente del fulgor del que lo crea, con notables detalles de buen gusto y sin un eje conceptual por más que el tema de apertura, que da nombre a todo, tenga la frase “aquí estoy, no del todo moribundo; mi cuerpo se deja pudrir en un árbol hueco”. La decrépita finitud es uno de los tantos tópicos del “próximo día”.