La transformación o el deterioro del medio ambiente, la era de la digitalización, las nuevas tecnológicas y la necesidad compulsiva de consumir, el hedonismo, el desempleo, la necesidad de demostrar lo que no somos ni tenemos, la vacuidad existencial, la fascinación por las drogas, la incapacidad de generar compromisos afectivos; de solidaridad, de pareja o de orden familiar y, optar por la rapidez, la inmediatez y el abandono de la inmanencia, han trastocado de cierta manera, la estabilidad emocional y el equilibrio de la sociedad y de los individuos que la integramos.
Vivimos en una sociedad urgente, rápida y ansiosa. Estamos en la era de la industria del entretenimiento y, de manera contradictoria en la era del aburrimiento.
Si bien es cierto la medicina ha avanzado en la prevención y cura de enfermedades somáticas, ahora estamos frente a una nueva realidad y un nuevo reto; el incremento de las enfermedades mentales (psicológicas), destacando notoriamente la depresión y la ansiedad que pueden conducir al suicidio.
Deseo hacer algunas breves reflexiones en torno a la ansiedad como uno de las afectaciones mentales que han ido en crecimiento y no tardará en convertirse en el mal (psicológico - mental - espiritual) del siglo que transcurre.
Debe advertirse que hay una ansiedad normal y una patológica:
La ansiedad normal es adaptativa y permite a la persona responder al estímulo de forma adecuada. Se presenta ante estímulos reales o potenciales (no imaginarios o inexistentes). La reacción es proporcional cualitativa y cuantitativamente, en tiempo, duración e intensidad.
La ansiedad se considera patológica cuando el estímulo supera la capacidad de adaptación de respuesta del organismo y aparece una respuesta no adaptativa, intensa y desproporcionada, que interfiere con el funcionamiento cotidiano y disminuye el rendimiento. Se acompaña de una sensación desagradable y desmotivadora, síntomas físicos y psicológicos y, persiste más allá de los motivos que la han desencadenado.
La ansiedad patológica presenta las siguientes características; se manifiesta intensamente, se prolonga y mantiene en el tiempo más de lo debido, aparece de forma espontánea sin un estímulo desencadenante (de manera endógena), surge ante estímulos que no debieran generar la respuesta de ansiedad y se presenta una respuesta inadecuada respecto al estímulo que lo suscita.
En términos coloquiales, la ansiedad es un malestar (síntoma psicológico y/o somático) de origen multifactorial, incierto, profuso, difuso, irracional y confuso. Sus manifestaciones más claras son el miedo irracional, nerviosísimo, inquietud, tensión, sentimiento de incapacidad, de culpa, inseguridad, desanimo generalizado (físico y emocional), retraimiento y depresión, en una frase, es el "miedo al miedo".
En virtud de que la ansiedad cada día se expande más entre la población, es importante observar los síntomas ya descritos a efecto de que el paciente o los familiares tomen la decisión de consultar al experto en salud mental para tomar las providencias del caso y evitar un desencadenamiento de consecuencias irreversibles.
Es momento de consultar al Psicólogo cuando sientes que te estás preocupando demasiado y que esto interfiere en tu trabajo, tus relaciones y otros aspectos de tu vida.
Tu miedo, tu preocupación o tu ansiedad te causan malestar y te resulta difícil controlarlos.
Te sientes deprimido, tienes problemas con el consumo de alcohol o drogas, o tienes otros problemas de salud mental junto con ansiedad. Te da igual ir o no ir, estar aquí o allá, hacer o no hacer.
Tienes pensamientos o conductas suicidas (de ser así, procura tratamiento de urgencia). Uno o varios de estos síntomas nos indican que llego el momento de consultar al profesionista en salud mental.
Ir a consulta con el psicólogo no debe ser motivo de vergüenza o estigmatización. La salud mental es tan importante como la salud de nuestro cuerpo.