Ayer la ciudad de Durango conmemoró 456 años de su fundación, y en ese marco nace la reflexión de plantear los grandes desafíos a los que se enfrenta para posicionarla como un destino importante dentro de la República Mexicana.
Autoridades irán y vendrán y nuestra ciudad permanecerá con la imperiosa necesidad de que le hermoseen y le trabajen para que cada día luzca mucho mejor y pueda proyectarse como un espacio verdaderamente placentero para propios y extraños.
La imagen urbana es la expresión de todos los elementos que conforman una ciudad; lo que se aprecia de la integración de su infraestructura y sus construcciones arquitectónicas; además de las actividades e idiosincrasia de las personas que la habitan.
En ese sentido, podemos remarcar que el centro histórico de Durango proyecta una aglomeración de puestos ambulantes y fijos, carpas y techos en las diferentes plazas públicas; plantones un dia sí y el otro también, lo cual da una pésima imagen para el turismo.
En específico, la Plaza de Armas, un importante espacio para la ciudad luce sin forma estética, pues la saturación de un sinfín de elementos fuera de la estructura urbana, la han dejado aislada de los atractivos turísticos. Ya no podemos presumir de ella como en años anteriores, incluso, hasta sucia se visualiza.
El corredor Constitución, como otros espacios del centro, está en el abandono y la anarquía, con venderores ambulantes y puestos informales, perjudicando a los formales que, con esfuerzo, hacen lo posbile por cubrir los cobros de permisos e impuestos. Y lo más grave, la venta desmedida de bebidas embriagantes, bajo el pretexto de ser un atractivo turístico.
La desatención en las plazas, parques y jardines ha salido a relucir, pues es evidente su estado tan deprorable, no hay corredor, que antes estaba verde y limpio, hoy luzca en pésimas condiciones.
Durango sí puede alcanzar esa meta de convertirse en ese destino turístico colonial y de aventura para el mercado estadounidense y europeo que por largas temporadas viene a la ciudad de Mazatlán, pues les queda a sólo tres horas de distancia. Sólo se requeiren esfuerzos especiales de parte de las autoridades para meter en cintura la anarquía tan predominante en este momento; trabajar en su hermosamiento y emprender acciones intensas de promoción.
Valdría la pena que para su 457 aniversario, la ciudad de Durango pueda lucir como una verdadera joya arquitectónica y muy atractiva turísticamente. Los desafíos son evidentes para que no vuelva a protagonizar un cumpleaños desmaquillada y sin arreglar.
Y a propósito de honomáticos, vaya mi reconocimiento a todo el equipo de trabajo y directivos de esta Casa Editora por sus 26 años de permanecer informando, con profesionalismo y entraga, a todos los duranguenses. ¡Enhorabuena!
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