El día que la tierra 'escupió' cadáveres en Durango; a 13 años del hallazgo de las fosas clandestinas
Durango, un estado “callado y tranquilo”, se volvió el foco de atención a nivel nacional en 2011, además de convertirse en un ambiente de angustia y miedo constante para sus habitantes.
Los noticieros estaban “llenos” de muertos, en los periódicos no alcanzaban las páginas para las notas sobre uno, dos, tres, diez, 30, 40, 200 y tantos cuerpos encontrados en varias zonas de la capital en menos de un mes.
El 11 de abril la tierra “empezó a escupir” cuerpos, la zona con mayores hallazgos era el fraccionamiento Las Fuentes y alrededores. Las autoridades comenzaron operativos constantes, los cuales derivaron en saldos altísimos de personas fallecidas y no identificadas.
Durante ese primer descubrimiento, se localizaron cuatro cuerpos en un terreno que anteriormente había sido un taller mecánico. Para el 14 de abril de ese mismo año, mientras las clases comenzaban en el Centro de Bachillerato Tecnológico, Industrial y de Servicios No. 110 (CBTIS), una decena de elementos de seguridad, entre ellos policía estatal y militares, rodeaban un domicilio cercano a la institución, justo en el fraccionamiento Roma.
Ahí, en una primera búsqueda, se localizaron diez cuerpos completos, tres sin cabeza y cuatro cráneos, y días después se informó sobre otros 34 cuerpos más.
En las imágenes y videos de los medios de comunicación se podía observar como maquinaria pesada sacaba montones de tierra para lograr llegar a los occisos. También ese mismo día, pero en otra ubicación, fraccionamiento Haciendas, se encontraría 13 cuerpos, dejando un total aproximado de 64 cuerpos encontrados hasta el momento.
La Fiscalía General del Estado continuó con los operativos, pues en tan solo ese mes y parte de mayo se localizaron seis fosas clandestinas más, en la capital.
LAS OTRAS FOSAS
Horas más tarde del hallazgo en el fraccionamiento Roma, autoridades estatales confirmaron otra fosa en el poblado El Consuelo, donde oficialmente fueron localizados dos cadáveres más.
Para el primero de mayo, la nota principal en los medios era el descubrimiento de más cuerpos, esta vez en puntos distintos: colonia San Vicente (56 cuerpos), colonia Valle del Guadiana (41), Puertas del Sol (40) y finalmente en el fraccionamiento Jardines de Durango (5).
No obstante, en otros municipios como Santiago Papasquiaro, Lerdo, San Juan del Río y Cuencamé, también se localizaron fosas clandestinas con decenas de cuerpos.
Según los reportes de la Secretaría de Seguridad Pública de Durango, entre abril y mayo se contabilizaron 238 cadáveres encontrados.
LA INVESTIGACIÓN
Las autoridades comenzaron las averiguaciones correspondientes, sin embargo, era complicado mantener a 238 cuerpos en la morgue.
Policías que participaron en los operativos contaron de manera anónima a medios de comunicación cómo se vivió el hecho, “las horas de trabajo eran largas y el personal encargado de tomar muestras y recabar pruebas era poco”, coincidían.
En el Servicio Médico Forense (Semefo) ya no había lugar para resguardarlos y se tuvieron que rentar dos cajas refrigerantes para mantenerlos y esperar a hacer las pruebas correspondientes.
Pese a que se tomaron muestras de ADN en cabello, algunas partes del cuerpo y sangre, muchos no fueron reclamados o no se logró encontrar a sus familiares, obligando a que en el panteón Valle de los Sabinos se destinara un espacio para ellos.
Los hoy expolicías que dieron testimonios aseguraron que no tuvieron ni la capacidad humana ni técnica para preservar varios cuerpos, pues en el primer hallazgo la maquinaria pesada desmembró algunos, sin que se pudiera realizar las muestras.
PRIMEROS IDENTIFICADOS
En mayo, lograron identificar a uno de los cuerpos encontrados en la "narcofosa" de la colonia San Vicente; se llamaba Efraín, tenía 31 años y era originario de Santiago Papasquiaro.
Para julio, Jesús Ernesto fue otro de los primeros identificados, tenía 28 años de edad y estaba en la misma fosa que el anterior.
Su madre manifestó que no sabía nada de su paradero desde hacía cinco meses atrás y que ya había interpuesto una denuncia por desaparición el 7 de febrero del 2011. Dijo que una vez que vio las fotografías de los cadáveres, supo que era él por los tatuajes que tenía.
Jesús estaba señalado con el número 26 de los que fueron exhumados y su cuerpo ya había sido sepultado en el panteón de Valle de los Sabinos.
En agosto, la Fiscalía confirmó la identificación de otra víctima, también localizada en esa misma colonia. Tenía un tatuaje en el tórax y la última vez que tuvieron noticias de ella fue en diciembre de 2010.
Ese mismo mes, se reconoció a Víctor, un señor de 50 años de edad que fue visto por última vez el 28 julio de 2010. Sus familiares lo identificaron por un tatuaje en forma de greca y un lunar en la región escapular.
Un mes después, gracias a las huellas digitales, se conoció la identidad de otra persona de 31 años de edad.
Para octubre, lograron identificar a una víctima localizada en Valle del Guadiana. El hombre tenía 40 años de edad, su familia lo reconoció por un tatuaje en forma de cruz encerrada en una figura ovalada con el número invertido 417.
Durante varios meses, familias provenientes de algunos municipios de Durango y estados como Zacatecas y Morelos, se reunieron en las instalaciones de la Fiscalía para averiguar si alguno de los cuerpos encontrados pertenecían a algún familiar.
En un año, solo se lograron identificar a 72 personas.
TRECE AÑOS DESPUÉS
A más de una década de distancia, Durango vive una realidad -en cuestión de seguridad- muy diferente a aquella pesadilla. En los últimos años no se han reportado “nuevos” cementerios clandestinos y aquel trágico episodio ha quedado presente en la memoria de los habitantes y periodistas que cubrieron el hecho.
El 2011 fue uno de los peores años para México, la ola de violencia generada por grupos delictivos era constante, atroz y algunas veces “no se fijaban” en quién era el que se ponía en su camino. Los estados del norte, incluyendo Durango, se convirtieron en los sitios “favoritos” para infundir miedo y terror.
Sobre quién (o quienes) eran los “dueños” de las fosas y por qué más de 200 personas habían sido enterradas en esos lugares, sigue sin haber una respuesta concreta, pues las investigaciones y pruebas nunca tuvieron como resultado el señalar a un culpable (o varios).
En los lugares donde se localizaron las fosas, ahora se encuentran viviendas, algunos negocios y una aparente paz en los habitantes, haciendo que el silencio traiga al olvido a los que no volvieron a su hogar.
