Menores. Al igual que las personas adultas sanas, también los menores se enojan y sienten tristeza o rabia.
Cuando una niña, niño o adolescente sea víctima de cualquier acto que vulnere sus derechos de protección, o de su integridad personal, se debe promover el encuentro y mantenimiento de vínculos afectivos entre los niños y sus redes familiares de apoyo, estableció el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes.
Dicha instancia federal estableció que es fundamental cuidar la salud mental de este sector de la población, la cual se define como un estado dinámico que se expresa a través de la interacción o del comportamiento, que permite desplegar recursos emocionales, cognitivos y funcionales para que niñas, niños y adolescentes transiten por la vida cotidiana, establezcan relaciones estimulantes y nutrientes con sus redes familiares y sociales.
El bienestar emocional, psicológico y social es tan importante como el físico y es un derecho del que gozan todas las niñas, los niños, las y los adolescentes.
Que tengan buena salud mental no significa que estén felices siempre. Significa que sean conscientes de sus propias emociones, saber manejarlas, ya sean positivas o negativas. Al igual que las personas adultas sanas, también sienten estrés, tristeza o rabia.