“Se afilan cuchillos... se arreglan máquinas de coser”, son exclamaciones que se van apagando con el paso de los años, son los viejos oficios rezagados frente a los avances de la ciencia y la tecnología y la falta de apoyos reales a la micro y pequeña empresas.
Historia
“Los oficios tienen una peculiaridad: históricamente -en el caso de México- eran las actividades que venían desarrollando diferentes trabajadores y obreros para producir bienes de consumo en la medida que la Revolución Industrial se empieza a desarrollar y transformar el mecanismo de producción mediante los sistemas de producción artesanales o manuales que se hacían de los diferentes productos que empiezan a mecanizar y automatizar, lo que aborda el desplazamiento de la mano de obra del responsable de los oficios de bienes artesanales. La gente empieza a consumir los productos industriales porque son más baratos que los productos hechos a mano, que implican un mayor trabajo por su naturaleza”, indicó Javier Guerrero Romero, historiador de la ciudad de Durango.
Necesidades
Antiguamente los oficios se dividían en dos grandes grupos: los oficios que eran para el servicio del hogar en el que en gran medida formaba parte la fuerza laboral de la mujer, no se reconocía como tal, pero era parte del trabajo que la mujer hacía al interior de la casa, como el coser la ropa, el bordar telas, manteles, servilletas, etc. No se tejía únicamente de pasatiempo, sino para satisfacer necesidades de consumo interno de la propia familia. Lo que hoy en día vuelve a resurgir.
Ese tipo de actividades eran un parte de los oficios que se enseñaba a la mujeres desde niñas, mientras que al hombre se le enseñaban los trabajos de los oficios de la tierra. Vivían de los trabajos de la agricultura, el servicio de alguna actividad que estaba desarrollando su área de influencia, el obrero, el aprendiz o el que desarrollaba alguna actividad determinada en las zonas urbanas. Los oficios empiezan a especializarse de acuerdo con las necesidades y a la demanda que se van requiriendo.
Desaparecidos
El oficio del carpintero aún perdura, aunque ha sido desplazado por la producción mecánica de muchos objetos de madera o incluso a los aglomerados; de éste se deriva la ebanistería. El ebanista es un oficio que implica el trabajo artístico en la talla de la propia madera.
En Durango han desaparecido oficios como el de los doradores; eran quienes doraban la madera que veíamos sobre todo en los altares del siglo XVIII. Otro de ellos era el encarnador, que estaban relacionados con todo este trabajo de la carpintería, ebanistas y doradores. Este oficio se desempeñaba en la realización de las caras de los santos. Los estofadores son quienes estofaban las piezas de escultura de madera y se utilizaba tanto para los altares como para los muebles de la casa. El trabajo consiste en darle forma a una figura, pintarla y proporcionarle todos los detalles que vemos en las piezas de talla fina de madera. Para la realización de trabajos especializados como el de ebanista, doradores y el encarnador ahora los realizan los restauradores pero son excesivamente costosos, debido a que son trabajos muy delicados y requieren de mucha preparación, detalló el entrevistado.
Resurgen
Oficios como el de zapatero y el de sastre están resurgiendo con gran auge, esto debido a la prolongación de uso que se le puede aprovechar a los artículos ya adquiridos y evitar mayores gastos; les resulta más barato remendar la ropa y reparar el calzado que adquirir una nueva pieza, apuntó Guerrero Romero.
Crisis
Lo que para unos es un lujo, para otros es necesidad; el consumismo va quedando atrás en el pueblo mexicano. La severa crisis económica que prevalece ha dejado a su paso amargos estragos en las familias aztecas. Los viejos oficios resurgen ante la escasez del circulante, un monstruo apagado.