Indígenas mayas, esposas de pescadores de la costa de Yucatán, trabajan desde hace cuatro años en el único criadero de pulpo de México, que acaba de lograr la primera cosecha en cautiverio de estos moluscos en la República.
"Nuestra idea original era comprobar si los pulpos podían crecer en cautiverio. Las encargadas de criarlos y engordarlos fueron estas mujeres, y a todos nos sorprendió que los animales crecieran tan rápido", dijo Carlos Rosas, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a cargo de la iniciativa.
La experiencia arrancó en Sisal, un antiguo puerto maya, con 100 pulpos de 300 gramos que, en un mes alcanzaron el kilo. Los animales son alimentados con desechos de la industria pesquera de la zona.
Las indígenas, que habían trabajado juntas en el cultivo de hortalizas, se dedicaron durante cuatro años únicamente al engorde de pulpos hasta que este año la granja vio nacer a sus primeras crías.
Lo habitual es que, mientras sus maridos pescan (una actividad muy variable y de poco rendimiento económico), las mujeres se dediquen a trabajos domésticos para los veraneantes que visitan este turístico estado del este de México.
"Pero el desarrollo de un producto con base tecnológica las sitúa como sujetos que aportan a la comunidad igual o más que sus maridos", destacó Rosas.
Las seis trabajadoras de la cooperativa han pasado de engordar pulpos "prácticamente gratis, aunque ellas los vendieran", a obtener un jornal y los permisos y apoyos necesarios para construir su propia granja, en la que también estarán involucrados sus esposos, algo reacios al principio, según Rosas.
Durante todo este tiempo, Rosas y su equipo han obtenido datos suficientes para lanzar un programa piloto comercial y tecnológico sobre la cría de pulpo en unos dos o tres años.
El pulpo, presente en la dieta mexicana gracias a platos como el cebiche, es también una de las pesquerías más afectadas por la actual sobre explotación del Golfo de México.
"Criaderos como éste le ofrecen mayor estabilidad a la producción", afirmó Rosas.
Los responsables de la granja capaz de engordar entre 50 y 100 pulpos por semana pese a su pequeño tamaño, planean ahora entablar contacto con los jefes de cocina de restaurantes locales e, incluso, del resto de México.