El PRD se suicida lentamente en la capital. Esa lectura puede darse a la nueva Ley de Desarrollo Urbano que limita la participación ciudadana y limpia el camino a los especuladores.
La capital ocupa un nicho excepcional en la transición. Mientras que en el resto del país los partidos le peleaban elecciones al PRI, una parte de los capitalinos, impedidos de votar, se entretenían urdiendo capital social en el flanco izquierdo de la geometría política. Cuando llegaron a las urnas en 1997, el PRD ganó fácilmente la jefatura de gobierno con 48% de la voluntad popular. Desde entonces actúa como si tuviera la mayoría de votos en un comodato de 99 años. El PRD tiene una base dura, sí, pero a veces descuida a los sectores que se informan antes de acercarse a la urna.
El descuido se debe a incongruencias. El gobierno capitalino tiene aspectos elogiables. La Asamblea Legislativa ha expandido derechos poniendo a la capital en la vanguardia, el Poder Judicial ha mostrado sensibilidad frente a las transformaciones y el Ejecutivo ha permitido la participación de organizaciones de la sociedad civil en asuntos de los derechos humanos. El día de ayer Marcelo Ebrard acabó con la absurda opacidad en lo relacionado con la Supervía Poniente y tendremos la información en la red. Esa capacidad de corrección lo valida como un sólido aspirante a la Presidencia.
Ebrard también podría distinguirse impulsando medidas para acotar la especulación urbana. Es un tema olvidado. En lugar de ello, la nueva Ley de Desarrollo Urbano inhibe la participación ciudadana; el Artículo 41 concede al gobierno el control total sobre el "cambio de zonificación de un predio específico". En el Comité Técnico de Modificaciones a los Programas de Desarrollo Urbano, pieza clave en el proceso de aprobación, sólo participa un representante ciudadano por diez del Ejecutivo y del Legislativo.
La especulación urbana es uno de los grandes veneros de la corrupción en México. Depredar recursos naturales es un negocio redondo. Los "desarrolladores" compran barato la tierra y la venden mucho más cara. La fórmula es bien sencilla: reparten sobres con dinero entre los funcionarios para cambiar el uso del suelo y se hacen los milagros: donde sólo podían hacerse 40 casas construyen 400 de dudosa calidad. Haber quién se ocupa de crear las vías de acceso, y suministrar agua y drenaje.
En la enciclopedia de la devastación urbana tienen un lugar especial las frases lanzadas en 2004 por el entonces senador, actual diputado y todavía presidente del Partido Verde Ecologista de México, Jorge Emilio González Martínez, a un presunto empresario español deseoso de invertir en Cancún: "Tú compras el terreno y yo saco el permiso [...] ¿Y cuánto dinero me va a tocar? ¿Dos millones de dólares?". Si esos son los que defienden el ambiente, se entiende el desastre urbanístico y ambiental. De esas historias se alimenta la resistencia a la Supervía Poniente y la reticencia frente a la Ley de Desarrollo Urbano.
Se calientan los motores para el año 2012 cuando también se renovará al jefe de Gobierno. La dirigencia perredista en la capital anda preocupada por la flacura de su caballada y por la caída en la intención del voto. En marzo de 2007 el PRD tenía 44% de intenciones de voto en el DF, y en junio de 2010 la mitad: 22% (Reforma, 26 de junio de 2010).
Imposible asegurar que veremos una derrota perredista en la capital, pero la tendrá difícil porque el PAN y el PRI se preparan para intentar arrebatarle a la izquierda la joya de su abollada corona. La diputada panista Gabriela Cuevas y el PAN capitalino ya se lanzaron contra la Ley de Desarrollo Urbano, y la senadora priista María de los Ángeles Moreno atiende a los inconformes de la Supervía Poniente. Si el PAN y el PRI se alían para presentar un candidato unitario la derrota del PRD está casi garantizada.
Por supuesto nadie sabe cuál será el impacto de la Supervía en la votación por el PRD en las delegaciones Magdalena Contreras y Álvaro Obregón o en otras partes de la capital. Por el Programa de Obras de la Supervía sabemos que planean terminar en 568 días (promesas de arquitecto). Si empiezan el 1º de agosto, idealmente la inaugurarán el 22 de julio de 2012. Obras de esa magnitud provocan irritación, mucha irritación: ¿cuántos anularán su voto, cuántos se abstendrán y cuantos protestarán favoreciendo al PAN o el PRI?
Es paradójico lo que está pasando. Mientras el PRD presume orondo sus exitosas alianzas con el PAN, en la capital se va divorciando de algunos sectores. Por ello y por sus divisiones es que el PRD capitalino está matándose suavemente, como aquella canción de Roberta Flack de los años setenta, cuando los miembros del que sería el PRD soñaban con gobernar.
Las amenazas de más atentados con coche bomba obligan a preguntarse cuándo atacarán la capital y qué tan bien está preparado el gobierno capitalino para la eventualidad. Regresaré sobre el tema.
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