Estimados amigos, les saludo en medio de esta euforia que nos tiene envueltos a todos los aficionados a los Alacranes de Durango, pues mañana se juegan la vida ante el Irapuato, equipo donde milita el causante de todo este movimiento, Cuauhtémoc Blanco.
Y es que ha sido una semana bastante ajetreada. Hay que recordar que los jugadores viajaron un día después de lo previsto; para mi gusto, una mala decisión, pues anteponen lo deportivo por lo económico.
No entiendo cómo el presidente ejecutivo, Juan Pablo Álvarez, de la noche a la mañana reaparece y es para tomar malas decisiones. Las cuestiones de dinero son competencia de él. ¿Para qué involucrar al equipo?
En la entrevista él me comentó que no era desconfianza hacia el gobierno, pero era para tranquilidad de los jugadores que les pagaran sus primas por haber calificado.
Entonces, si no desconfío del Gobierno, para qué le exijo que me pague ya, es decir, sí confío, pero págame.
Juan Pablo Álvarez, por si usted no lo conoce, es el presidente ejecutivo del club; él llegó por parte de los que serían socios del Gobierno. Sin embargo, hasta hoy en día, la compra-venta no se ha cerrado, pero él sigue aquí y de extraña manera, cuando ya no figuraba, el Gobierno le da otra vez las facultades para que haga y deshaga al interior del club, y lo digo porque para mí el equipo perdió el primer partido por culpa de la cartera, por una mala decisión.
Mañana el equipo puede quedar eliminado, pero eso sí, todos felices con la cartera llena; en la conciencia de quien ideó esto quedará.
El equipo tiene mañana un gran compromiso, el más importantes desde hace dos años; nada tengo que reprocharles a los jugadores en lo deportivo. Siento que se entregaron en la cancha y que fuera de ella no han dado de qué hablar; sin embargo, me deja un amargo sabor de boca esa acción de manifestarse afuera del gobierno, aprovechando la ocasión de un partido importante.
¿Usted sabe qué pasaría si el equipo no se presentara a jugar? Seguramente Durango perdería hasta la franquicia. Le estoy diciendo que se acaba el futbol en Durango; eso, para mí, es alevosía y ventaja.
No sé hasta dónde fue determinación de los jugadores; hasta dónde de la directiva, pero me doy cuenta de que esa presión los distrajo y el resultado está ahí.
Entonces yo me pongo en el lugar del aficionado y les exijo que, así como ellos exigen su pago, que es de nuestros impuestos, se pongan a jugar; que así como les pagan, suden la playera, que se olviden de Cuauhtémoc, del Irapuato y que piensen en Durango.
En una tierra noble que les abrió las puertas y les dio trabajo, que den la cara por los que comprarán un boleto, que demuestren, mínimo, vergüenza.
Quiero agradecer sus comentarios, ya que buenos o no tan buenos me han hecho ser constante en mi quehacer periodístico.
Gracias a Jacobo, lector número uno de este espacio, y a Patricia Castro por darme esa confianza y motivación para seguir trabajando en favor del deporte.