El estado emocional y la salud mental de las personas están asociados con situaciones de conflicto cotidianas y con las condiciones del entorno social, las cuales en ocasiones tienen grandes consecuencias para la sociedad, como lo puede ser el suicidio.
Diariamente se producen en el mundo de ocho mil a 10 mil intentos de suicidio, de los cuales mil lo consiguen. Según la OMS, el suicidio sería la décima causa de muerte en los países civilizados.
En México el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes, después de los accidentes automovilísticos. Además, ocupa el cuarto lugar en América Latina.
Los estados con mayores casos son Veracruz, Jalisco, Guanajuato, Distrito Federal, Nuevo León, en donde existe un porcentaje que oscila entre el 5.9 y 9.4 por ciento de cada mil habitantes.
La depresión es una de las causas más frecuentes de suicidio y pocas personas logran identificar las etapas de este trastorno emocional. Por esos son necesarios programas de intervención que permitan identificar quienes están en riesgo.
Asimismo, el abuso de sustancias psicoactivas, ya que producen engañosamente una sensación síquica muy agradable. Concretamente en el alcoholismo, la tasa de suicidios es del 15 por ciento, y en el consumo de drogas es del 10 por ciento.
También enfermedades como la esquizofrenia, caracterizada por una alteración del pensamiento, la afectividad y la percepción desorganizada y alterada de la realidad, existe un riesgo del 15 por ciento que impulsa el suicidio.
Aproximadamente, el 50 por ciento de los intentos se asocia con enfermedades físicas, el 4 por ciento en enfermedades crónicas o terminales, como el cáncer o el Sida, así como las intervenciones quirúrgicas o de diagnostico de lesiones que inhabilitan a la persona.
Existe una tendencia a repetir las hazañas suicidas, y entre el 25 y el 50 po ciento de los actos consumados tienen antecedentes de intentos previos.
Los principales recursos que recurren los suicidas son: ahorcamiento, estrangulación y asfixia, seguidas del uso de armas de fuego, envenenamiento, objetos punzocortantes, saltar de un lugar elevado o arrojarse frente a un objeto en movimiento.
CASOS EN MUJERES
Lamentablemente el acto suicida entre las mujeres impacta en el tejido social, ya que en la mayoría de los casos deja en orfandad a niños o niñas, además de generar daños psicológicos y emocionales a los demás integrantes de la familia.
El crecimiento acelerado de este fenómeno en mujeres se asocia a problemas financieros o sentimentales. De ahí la importancia de contar con apoyo psicológico oportuno, en caso de una crisis emocional o depresión.
En México, de cada 100 mujeres que se ha quitado la vida, 43.3 por ciento lo hicieron estando solteras, entre los 12 y 19 años, mientras que el porcentaje de mujeres casadas es del 29 por ciento. En las mujeres de edad mayor, entre los 55 y 65 años, intentan suicidarme 2-3 veces más que los hombres.
Hay más intentos de suicidio en las mujeres; sin embargo, son menos letales, ya que un factor importante que les impide cometer el acto son los valores religiosos, familiares, respeto por la propia vida, temor al dolor y a la crítica de los demás principalmente, además de que saben guardar más los problemas.
Durango presenta en los últimos diez años, una cifra anual de suicidios que ha ido en aumento. Nada más durante el 2009 se incrementó un 75 por ciento en comparación con años anteriores, ya que de las 82 perdidas, 68 fueron consumadas por hombres y 14 mujeres.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
Gran responsabilidad por el fenómeno del suicidio corresponde a la misma sociedad, en cuanto ejerce o permite influencias que llevan a tal desenlace. Como la disgregación de los grupos primarios, especialmente la familia; la desaparición o al menos el enrarecimiento de las relaciones familiares conducen al aislamiento de los individuos, condenándolos a afrontar solitariamente los problemas personales más profundos de la persona, la proposición de "valores" que no satisfacen las exigencias más profundas del individuo y la negligencia en formar el carácter de sus miembros con una educación humana auténtica. Nuestros jóvenes no tienen un proyecto de vida; las familias han perdido la comunicación; el materialismo nos ha rebasado.
Trabajemos por construir una cultura de vida, que garantice el desarrollo integral y la igualdad de oportunidades de nuestros niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres. Para que suceda algo extraordinario en nuestra sociedad, hagamos lo ordinario que nos corresponde extremadamente bien.
POR FÁTIMA GONZÁLEZ HUÍZAR
DIR. INSTITUTO DE LA MUJER DURANGUENSE