La generación del Crack está compuesta por siete escritores unidos por la suma aleatoria de coincidencias, gestos, delirios comunes, que a través de los años enlazan a algunas personas y las convierten en cómplices de hazañas e infortunios; la amistad y algo más, una pasión compartida: la literatura. Ignacio Padilla, Jorge Volpi, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz, Vicente Herrasti, Alejandro Estivill (quien abandona la literatura en 2002) y Ricardo Chávez Castañeda, mexicanos nacidos en la década de los sesentas, son sus fundadores.
Así, en 1996 se presentan cinco novelas de estos autores: Si volviesen sus majestades, de Ignacio Padilla; El Temperamento melancólico, de Jorge Volpi; Memoria de los días, de Pedro Ángel Palou; Las Rémoras, de Eloy Urroz; y La conspiración Idiota, de Ricardo Chávez Castañeda. Acompañó al grupo un manifiesto, un texto en donde se exponen las intenciones de esta nueva manera de hacer literatura, y aclarar que no es un rompimiento con el Boom, sino una fisura en la tradición literaria, y la invitación a regresar a los clásicos.
Sin resignarse ante novelas que ellos definen como "reproducción del Boom Latinoamericano", como las de Laura Esquivel e Isabel Allende, de gran éxito comercial pero con grandes carencias a nivel escritural, los crackeros proponen una literatura de mayor exigencia y de calidad a nivel internacional. Para lograrlo rompen con la usanza utilizada por los escritores llamado Pos-boom, en donde los escenarios siguen situados en América Latina y se divorcian de las mariposas amarillas y de las abuelas con cabellos verdes.
Adoptando como su maestro a Roberto Bolaño, quien comenzó escribir sus novelas teniendo como marco espacios internacionales, las dos novelas emblemáticas del Crack En Busca de Klingsor, de Jorge Volpi (Premio Biblioteca Breve Seix Barral, 1999) y Amphitryon, de Nacho Padilla (Premio Espasa Calpe, 2000), nos presentan escenarios europeos ubicados en el tiempo de la Primera y Segunda Guerra Mundial, en un tema central: los nazis, vistos desde distintos ángulos: el dilema ético de los científicos alemanes al utilizar sus conocimientos a favor del Mal, la suplantación de la identidad, la supervivencia, mezclando historia, ciencia, ficción, así como la amistad y el amor.
Esto generó críticas de todo tipo, desde alabanzas desmedidas hasta serias acusaciones como querer desaparecer de la faz de la tierra a los autores del Boom; dichas criticas en su mayoría carecen de sustento teórico.
Es de llamar la atención que los crackeros dentro de su discurso hablan de la gran amistad que los une, siendo esta la base del movimiento, reflejada en su obra, pues tienen publicaciones colectivas como: "Variaciones sobre un tema de Faulkner", firmado por La compañía antirruralista (Estivill, Padilla, Urroz y Volpi); en 1989 se presenta "Los tres Bosquejos del Mal" (Urroz, Padilla y Volpi).
A estas fechas el colectivo tiene más de setenta publicaciones entre cuentos, novelas, cuentos infantiles, ensayos, antologías, libros de música, etc. Han obtenido un sin fin de premios, distinciones y han son traducidos, como en el caso de En busca de Klingsor, a más de veinte idiomas.
Por otro lado Pedro Ángel Palou, quien ya cuenta con una amplia obra, ha tomado el camino de la novela de corte histórico como: Zapata (Editorial Planeta, 2006); Morelos: morir es nada (Editorial Planeta, 2007), El dinero del diablo; Charlas de café con... José María Morelos y Pavón; Cuauhtémoc: la defensa del Quinto Sol (Editorial Planeta, 2008); El diván del diablo (Ediciones B, 2005); La culpa de México (Norma, 2009); Pobre Patria mía (la novela de Porfirio Díaz); La profundidad de la piel, 2010; etc. Todas estas obras son muy recomendables, al igual que las novelas de Eloy Urroz, entre las que yo destaco Un siglo tras de mí, y Herir tu fiera carne.
La generación del Crack nos brinda una opción de lectura, presentándonos temas profundos, combinando ciencia y literatura, utilizando de manera adecuada el lenguaje. Leerlos es la mejor forma de hacerles un reconocimiento a sus autores.