Para Mayela del Carmen
Aunque se asegura que el pueblo fue fundado en una primera ocasión a fines del siglo XVI, hacia 1580, en realidad no se conocen testimonios que permitan cerciorar dicha afirmación.
Las llanuras de Cerro Gordo fueron conocidas y exploradas por Rodrigo Río de la Loza, pero es difícil atribuirle a ese conquistador la fundación primigenia de Cerro Gordo.
El gobernador Diego Fajardo emprendió a fines del siglo XVII una intensa campaña contra los indígenas insurrectos en el norte de la Nueva Vizcaya. Esta campaña culminó hacia 1684 con la derrota que le infringió a los nativos en una amplia llanura al norte de Indé, que llamaban Cerro Gordo. Por lo que decidió establecer allí un presidio que asegurase un mejor clima de paz en esa endeble región.
Todo parece indicar que el crecimiento de San Miguel de Cerro Gordo está asociado al descubrimiento y explotación de las minas de Santa Eulalia y San Felipe del Real, nombre con el que se conoció durante la época colonial a la ahora ciudad de Chihuahua.
El presidio de Cerro Gordo fue parte fundamental de la defensa del Camino Real de Tierra Adentro, y su población de San Miguel pronto fue un punto de descanso, una pausa por los desolados caminos de la comarca.
PESADILLA
A principios del siglo XVIII, cuando se empezaron a consolidar las poblaciones mineras de la Nueva Vizcaya, una vez sofocadas los constantes movimientos de resistencia de los indígenas nativos, empezó a surgir un nuevo problema que impedía alcanzar una adecuada estabilidad económica en las poblaciones, sobre todo las más norteñas de la región y aquellas que colindaban con las áridas tierras del Bolsón de Mapimí.
El desplazamiento de los indígenas del desierto, que se habían caracterizado durante los primeros siglos de la Conquista por su belicosidad, se convirtieron, por sus desplazamientos (intempestivos, osados y audaces), en una auténtica pesadilla para los pueblos españoles de la región, pues se volvieron blanco fácil, presa de la destrucción.
Para contener los ataques de los indígenas siempre indómitos del desierto, la Corona española decidió construir una línea de presidios que ayudara a la defensa de las poblaciones, pero de manera principal a contener a los indígenas que se dirigían hacia los centros mineros y económicos del poderío español en la Nueva Vizcaya.
Estos presidios ubicados más allá de las poblaciones más cercanas, eran en realidad pequeños cuarteles o fuertes donde se acantonaban partidas de militares para realizar labores de vigilancia y protección, desde donde podían contener y prever en la mayoría de los casos los ataques de los indígenas, los cuales dejaban de tener el factor sorpresa, y permitía entonces aumentar la seguridad de las minas y haciendas agrícolas y ganaderas de la región.
Luego, con el tiempo algunos presidios fueron creciendo y terminaron convirtiéndose en pequeñas poblaciones, sobre todo en aquellos lugares donde podría prosperar algunas actividades económicas. Tal fue el caso del presidio de Cerro Gordo, ubicado en la zona de confluencia de indígenas tobosos, cabezas y Zacatecas, pero que pronto se convertiría en una prospera región ganadera.
PUEBLO
La peculiar forma de la población habla del lento proceso de crecimiento que vivió.
Fue levantada entre el arroyo de San Miguel de Cerro Gordo y un pequeño afluente del mismo, quedando protegida por estos dos cauces, que por mucho tiempo fueron también los elementos naturales que contuvieron su desarrollo, por lo que la población se extendió a lo largo de la margen sur del arroyo, formando una caprichosa red de calles, callejones y callejuelas que hacen de esta población un lugar muy pintoresco.
Fundado a fines del siglo XVII, aún se conservan diversas construcciones de esta época. Su lugar privilegiado, al convertirse en paso obligado a la villa de San Felipe del Real de Chihuahua, ayudó a que se desarrollara la economía del lugar, puesto que se convirtió en un lugar seguro en la difícil travesía por los caminos del norte.
El asentamiento de familias mestizas, principalmente, que llegaron al lugar para atender a los viajeros del antiguo Camino Real, protegidos por la seguridad que significaba la presencia de una partida militar importante en la población, permitió que en pocos años dejara de ser considerado solamente como presidio, puesto que se había transformado ya en una próspera, aunque pequeña población. La arquitectura vernácula que se conserva da testimonio de la grandeza de esta lejana población.
En 1751 se reordenó la línea de presidios, pues algunos se habían convertido ya en poblaciones plenamente establecidas, por lo que se decidió reestructurar el sistema de defensa de la región. Derivado de esa acción desaparecieron los presidios de Mapimí, El Gallo, Cerro Gordo y Valle de Conchos.
VILLA HIDALGO
Durante más de 100 años la población fue conocida como San Miguel de Cerro Gordo, por el santo patrono de la iglesia, San Miguel Arcángel, y el peculiar cerro aislado que se levanta en la extensa llanura.
El establecimiento de mesones para asistir a los viajeros y el cambio de remudas en las caravanas, hizo que la población pasara de ser un vecindario de unos cuantos habitantes, a una villa, designación que alcanzó debido a la fuerte dinámica comercial que sostenía.
El primer día de noviembre de 1887, el Congreso del Estado le otorgó la categoría de villa y le dio por nombre el de Miguel Hidalgo; sin embargo, la construcción del Ferrocarril Central Mexicano, inaugurado en esas mismas fechas, redujo el tránsito comercial por los inseguros y deteriorados caminos del desierto, lo que produjo la decadencia de la Villa de Miguel Hidalgo, que se ubicaba alejada del trazo de las paralelas.
TIEMPO DIFÍCIL
Con la promulgación de la Ley de División Territorial del Estado, el 20 de diciembre de 1905 se modificó de nueva cuenta la denominación de la cabecera municipal, para desde entonces llamarse solamente Villa Hidalgo.
Veintiún años más tarde, debido a la decadencia de la economía de la población, se dispuso que dejara de existir como municipio, por lo que se suspendieron sus funciones políticas, siendo absorbido el asentamiento por el municipio de Indé.
La protesta de los habitantes hizo que prácticamente cuatro meses más tarde se diera marcha atrás a la decisión, por lo que de nueva cuenta se rehabilitó en su función política como municipio.
Tres años más tarde, en 1930, de nuevo se suspendieron sus funciones políticas, por lo que se dispuso que política y administrativamente quedara bajo la jurisdicción del municipio de Indé, para dos años más tarde, el 31 de enero de 1932, fuera nuevamente rehabilitado como municipio, con cabecera en Villa Hidalgo, categoría política que ha conservado hasta la fecha
TEMPLO
Una joya barroca
El templo levantado, posiblemente a fines del siglo XVIII, aún muestra en su construcción algunos signos de una sobria arquitectura barroca.
Su distintiva torre fue construida posiblemente en el siglo XIX, bajo el influjo de la moda del neoclasicismo, que también transformó la decoración interior del templo, del que se conserva una bellísima imagen estofada de San Miguel Arcángel, santo patrono de la población, talla que posiblemente perteneció a un desaparecido retablo en madera.
Algunos detalles, como el escudo de la clave del arco de la puerta de acceso principal o el curioso y bien logrado San Miguel, tallado en altorrelieve en la calve o piedra central del arco que sostiene al coro, son muestras del esplendor que tuvo este templo.
En 1763 se describe al lugar como abandonado y en ruinas, lo que hace suponer que la construcción del templo es posterior a esa fecha, pero por los elementos y detalles ornamentales que conserva debió ser construido a fines del siglo XVIII.
ITINERARIO
Cómo llegar
Dependiendo del lugar desde donde vaya, elija el mejor camino.
*Desde Durango (unos 301 Km). Tome la carretera 45 con dirección a Parral, aproximadamente en el kilómetro 284 encontrará el entronque a Santa María del Oro y Villa Hidalgo. Vire a la derecha unos 17 kilómetros más y llegará a Villa Hidalgo.
*Desde La Laguna (cerca de 222 Km). Tome la carretera federal 49 con destino a Jiménez Chih. Al llegar a Bermejillo siga por la carretera federal 30 con destino a La Zarca; siga unos 126 kilómetros para llegar al crucero de la carretera federal 45. Tome ésta a la derecha con destino a Parral y siga otros 49 kilómetros, hasta el crucero a Santa María del Oro y Villa Hidalgo. Gire en este punto a la derecha y transite los 58 kilómetros que le llevan a la población.
*Desde Parral (alrededor de 144 Km). Tome la carretera federal 45 con destino a Durango, aproximadamente a los 127 kilómetros encontrará el crucero a Santa María del Oro y Villa Hidalgo. Gire en este punto a la izquierda y siga unos 17 kilómetros más.
FUENTE: Investigación de Javier Guerrero Romero.
¿SABÍAS QUE...?
... Algunas calles de Villa Hidalgo aún conservan sus antiguos nombres, como el Callejón de las Diligencias, que evoca los tiempos en que era paso obligado en el camino al norte.