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Los propósitos de los hijos

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Los propósitos de los hijos

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IGNACIO ESPINOZA GODOY

Generalmente, los padres de familia nos fijamos algunos propósitos que pensamos cumplir gradualmente conforme transcurra el año (aunque casi ninguno se hace realidad, por lo general); sin embargo, en pocas ocasiones nos hemos detenido para reflexionar sobre si nuestros hijos también se han propuesto cristalizar algún objetivo específico en ese lapso de 365 días, y lo desconocemos precisamente porque ni siquiera nos hemos tomado la molestia ni el tiempo para preguntarles, para de esta manera saber qué piensan sobre su futuro inmediato y si de alguna manera les podemos ayudar para que concreten esa meta de corto, mediano o largo plazos.

¿A qué se debe esta actitud?, seguramente se preguntarán muchos progenitores. Bueno, quizá intervengan muchos factores, pero en lo personal se lo atribuyo a que le restamos importancia a sus propósitos de año nuevo en virtud de que pensamos- quizá equivocadamente- que sus únicos objetivos para llevar a cabo se deben relacionar con la escuela, con obtener las más altas calificaciones, para satisfacer, en parte, el ego de los padres y, al mismo tiempo, porque creemos que ésa es su obligación, así que descartamos esta meta porque la incluimos en su lista de responsabilidades y de prioridades.

No obstante, amable lector, considero que si tenemos esta perspectiva acerca de lo que deben hacer los hijos, tal vez estemos perdiendo de vista que sus propósitos de cada año no necesariamente se vinculan con ocupar los lugares más altos en su aprovechamiento académico dentro de sus aulas, si bien es cierto que debe ser un objetivo inmediato pues se trata de su principal actividad. Quizá estamos olvidando que en su lista de metas pueden estar otros aspectos ligados, por ejemplo, con su salud, con mejorar su relación con sus padres y sus hermanos, además de ahorrar más para la compra de algún artículo específico que sólo de esta manera podrían adquirir, en virtud de que así se les ha inculcado en el seno del hogar.

Son tantos los propósitos que pueden estar guardados en esa limpia mente que aún conservan nuestros hijos, que seguramente nos sorprenderían sus respuestas al preguntarles cuáles son sus aspiraciones en el corto plazo. Y repito: no forzosamente se asocian con ser el mejor o la mejor de su salón de clases en el aspecto académico, sino, tal vez, ser una mejor hija o un mejor hijo, una mejor hermana o hermana, para de esta forma mantener ese estado de armonía que todo ser humano busca como primera meta en la vida.

Sería interesante, dentro de este contexto, realizar un pequeño ejercicio de investigación, un sondeo rápido, para conocer a grandes rasgos qué piensan nuestros hijos acerca de algún propósito o meta que se hayan planteado para cumplir este año que apenas inició. Podemos iniciar con una charla informal, para que de esta manera no sospechen acerca de nuestras intenciones y no se sientan acosados o acosadas por lo que podría parecer un interrogatorio judicial. La idea es que improvisemos la plática y, sin que se den cuenta, abordemos el tema como si charláramos entre amigos.

Sin embargo, deberemos tener mucho cuidado, pues hoy en día los muchachitos y las muchachitas poseen tal nivel de inteligencia, que fácilmente podrían descubrir nuestras intenciones de indagar hasta dónde no nos es permitido, así que lo más recomendable es que busquemos el momento adecuado para introducir el tema de los propósitos de año nuevo sin que parezca que ése es el punto principal de la plática, hasta que sintamos que ya entramos en confianza y que nos revelen lo que buscamos saber en torno a su futuro inmediato, como una genuina preocupación por enterarnos de lo que piensan sobre este tema.

Si creemos que hemos sido descubiertos en nuestras intenciones directas, podemos buscar cambiar hábilmente el tema y abordar otro, para que de esta manera se percaten de que no queremos indagar más allá de lo que nos quieran contar, pues finalmente el objetivo es conocer más profundamente a nuestros hijos y, así, poder contribuir a que alcancen sus metas, sus sueños, esos objetivos que a veces ellos perciben como algo difícil de alcanzar pero que con un pequeño empujoncito de nuestra parte los pueden hacer realidad.

No se trata, aclaro, de facilitarles la vida, sino de caminar junto a ellos y hacerles llegar el mensaje de que cuentan con todo el respaldo de sus progenitores para cristalizar esos propósitos cuando las fuerzas ya no les alcancen y una vez que ya hayan agotado sus propios recursos.

Por lo pronto, busquemos conocer qué piensan sobre sus metas en la vida, pues si no sabemos nada de este aspecto difícilmente podemos ayudarles a continuar en el largo camino que aún les falta por recorrer y del cual los padres debemos formar parte esencial, como sus guías que debemos ser en el sendero que ellos mismos ya se han trazado.

Tratemos, pues, de acercarnos más a nuestros hijos, para que conozcamos qué plan de vida se han fijado y, sobre todo, qué papel ocupamos sus padres para impulsarlos a cumplirlo conforme se requiera nuestro apoyo.

Bien vale la pena hacer el ejercicio. ¿No lo cree, estimado lector?

Escrito en: Padres e hijos propósitos, manera, nuestros, padres

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