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Cuando ya no alcanza

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OMAR ORTEGA SORIA

Las protestas sociales continúan y el descontento hacia al gobierno es cada vez mayor. Al mismo tiempo, el divorcio entre la clase política y los ciudadanos es más evidente, hay un odio y una animadversión para todo lo oficial; la gente tan solo sabe que la gasolina, las tortillas, el gas y muchos otros productos básicos aumentaron de precio, y no entienden, y ni quieren entender, el panorama internacional. Lo que si saben es que hay una clase gobernante, algunos privilegiados, que cuentan con prestaciones que van en contra de la austeridad republicana que debería de imperar en una democracia.

Por el otro lado, los políticos no saben qué hacer, llegan a extremos tan demagógicos o ridículos como el anunciar que renunciarán a su sueldo, o que tienen tantos gastos, que no les alcanza. En el primer de los casos, se puede sentar un precedente muy negativo para una sociedad que está consolidando su democracia, si los políticos renunciaran a su sueldo, tan solo ocuparían algún puesto público quienes tienen dinero o en el peor de los casos, se aprovecharían de su cargo para obtener algún beneficio.

Vemos una falta de tacto y de pérdida de la realidad, hay declaraciones realmente desafortunadas, los sueldos de la alta clase política están muy por encima del ingreso promedio de un ciudadano común, que día a día trabaja para mantener a su familia. Aunque también, es justo decirlo, que si un representante popular utiliza su sueldo para ayudar a los más necesitados, este siempre será insuficiente; a la vez que también existe la percepción equivocada, en la mayoría de los casos, de que un representante o servidor no hace nada.

Por lo anterior, es urgente la redignificación de la política, transformar la visión de que un cargo público es un instrumento para enriquecerse y dejar en claro que es una herramienta para ayudar a la sociedad, convertirlo en una especie de apostolado. Con esto no me refiero, a que renuncien a su sueldo, sino que lo reduzcan, y que si alguien quiere vivir con lujos, que incursione como empresario.

Me queda claro, que lo anterior es la visión idealista y que será de muy difícil aplicación, sin embargo, si hay mucho que se puede hacer desde la clase política para reconquistar a la ciudadanía. Por ejemplo, a nivel legislativo, hay 2 iniciativas muy interesantes, la primera es el planteamiento, ya viejo, pero igual de vigente, de reducir el número de Diputados y Senadores, y el otro, que es mucho más complejo y consiste en hacer una nueva fórmula para calcular el presupuesto de los partidos políticos, que de entrada podría reducirlo a la mitad.

Las dos opciones son buenas alternativas para crear un mejor régimen político, no tan solo más austero, sino al mismo tiempo más eficaz. Contar con menos legisladores, evitará la sobrerepresentación, elevará la calidad de debate y el propio nivel de nuestros representantes, a la vez que les permitirá hacer un marco jurídico de mayor calidad. Mientras, que si se calcula el presupuesto de los partidos, tomando en cuenta los votos efectivos, se crearían estímulos que a la larga nos brinden elecciones con mayor participación y por lo tanto, legitimidad

Por lo pronto, si continúa esa animadversión, corremos el peligro de que en las próximas elecciones, el ánimo ciudadano sea aprovechado por opciones populistas y demagógicas, y más que un sufragio razonado, sea un voto meramente emocional cargado de odio y resentimiento.

Twitter: @omarortegasoria

Escrito en: Pulso Legislativo clase, casos,, hacer, sueldo,

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