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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

Los cátaros o puros, surgidos en el siglo once, fueron hombres y mujeres de vida rigurosa, ascética. Eran abstemios y vegetarianos; decían siempre la verdad, y sólo hacían el sexo para propósitos procreativos. Tan buenos eran, tan rectos y virtuosos, que la Iglesia los condenó como herejes.

Hay un curioso juramento firmado por un tal Jean Teisseire, a quien un vecino que lo quería mal acusó de de ser cátaro. Para defenderse dijo ante sus jueces: "Juro por Dios y por la Virgen que no soy hereje, pues tengo mujer y hago el amor con ella cada noche. Acostumbro comer carne hasta hartarme. Me emborracho siempre que puedo. Robo al que se deja, y miento y maldigo como todo buen cristiano.".

De haber vivido en aquel tiempo yo no habría sido cátaro. Rico en defectos, tengo la humildad de la imperfección. Me identifico más con Teisseire que con sus juzgadores. El día del Juicio Final el mío durará tanto que los que aguardan a ser llamados se cansarán, y les dirá San Pedro: "Mejor vuelvan mañana, porque esto va pa' largo".

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador cátaro., tengo, siempre, cátaros

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