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Carlos Slim de puño y letra

CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

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Lo duro y lo tupido. En medio de una crisis, el país recibe además los embates del presidente norteamericano, Donald Trump. A unos días de haber tomado posesión en el cargo, no deja de atacar, insultar y provocar conflictos de todas magnitudes. Tanto así, que de manera inusual, el expresidente Barack Obama, ya rompió el silencio para apoyar las protestas contra la discriminación de los inmigrantes de países musulmanes: "Están en juego los valores americanos". Paradójicamente, en Estados Unidos, emergió con la presidencia de Trump, la otra cara de la moneda. Intolerancia, discriminación, racismo. Aunque el mundo ha cambiado, siempre hay un parte que se niega a morir. Trump aparece así como el líder de una democracia en decadencia, y actúa en consecuencia.

Mientras tanto, el Commander in tweet, no suelta el Twitter ni la pluma para cambiar el viejo estado de cosas. Un día deroga acuerdos; insultos; otro día corre a la fiscal general del Departamento de Justicia por contradecir sus decisiones; insultos; otro más fustiga a México con el muro; insultos; y mucho más eso en la primera semana. ¿Qué nos espera en las siguientes?

Como política exterior, agarró convenientemente a México para "demostrar" el regreso de los Estados Unidos. El muro, la factible derogación del Tratado de Libre Comercio, y la propuesta de aranceles, hasta del 20 % a las exportaciones mexicanas, son algunos temas de la semana. En ese pequeño lapso, ya quedó claro que no nos va a soltar, porque somos un pequeño e inofensivo vecino. Para efectos del temor, escogió un rival fácil y modesto. Curiosamente con China no empezó los pleitos. Después de todo, Trump es bravucón, bully, pero no tonto. Por lo mismo, el bullying con México, apenas empieza.

El presidente Enrique Peña Nieto, reaccionó tarde y mal, no obstante, el daño ya estaba hecho. Aunque ahora algunos llaman a la "unidad nacional", resulta estéril que lo convoque una autoridad con el 12 % de aprobación. Es necesario ante todo, un actor serio y de confianza para que tenga sentido la "unidad". Hacen faltan voces con liderazgo y credibilidad, valores que rara vez en las últimas dos décadas, reúne el presidente de la República. Por lo mismo, ahora más que nunca se notó la ausencia de autoridad y gobierno. En medio del asedio y la incertidumbre, el empresario Carlos Slim anunció rueda de prensa. No faltaron las especulaciones de que se presentaría como candidato a la presidencia de la República en 2018. ¿Quién más, sino un personaje del tamaño de Slim para enfrentar el reto frente al vecino? Como en otras ocasiones, recalcó su posición: soy empresario.

De puño y letra, Slim apareció con unos apuntes a la mano. Sereno y pausado, expresó su posiciones frente a los cambios inminentes. Fue sutil con las críticas, pero bastante claro. A propósito del absurdo constituyente en la ciudad de México, comentó: "Nos sigue pasando, pensamos que con constituciones resolvemos los problemas". Alejado de estridencias, su conferencia, poco más de cuarenta minutos, parecía un clase de historia económica. Habló de paradigmas, en las sociedades agrícolas e industriales, señaló la nostalgia estéril, de quienes aspiran "un regreso al pasado". ¿Se acuerdan del lema de la campaña de Trump? Make America great again. Irremediable signo de decadencia cuando la referencia es el pasado.

Así como Slim reconoció en Trump a un gran negociador, también advirtió sobre paradigmas relevantes que ahora resultan confrontados por el mandatario estadounidense, como la pluralidad, la libertad, los derechos humanos, la globalización, el medio ambiente. "El que cierre la economía es un alto riesgo para Estados Unidos".

Bien dicen que la mejor política exterior, es la política interior. De esa manera el empresario volvió a enumerar una serie de tareas que ya sabemos, pero acaso, hemos dado por sentadas. "El desarrollo de la economía interna, que es más relevante que la externa". Para Slim, la mejor barda, en referencia al muro, son las inversiones, la actividad económica y oportunidades de empleo.

Aunque no propuso regresar al "desarrollo estabilizador", si refirió la grandeza de Antonio Ortiz Mena, el mejor secretario de hacienda en México durante el siglo XX. Y por cierto, no era economista, sino abogado. Qué perdidos estamos ahora con los doctores en hacienda.

Sobre el gobierno enumeró puntos ineludibles: corrupción, transparencia, bajar el gasto corriente, eficientar el gasto público, es decir, todo lo contrario a lo ahora tenemos. Sin caer en un fácil optimismo, la palabras de Slim ayudaron en un momento de extravío y crisis. Como me dijo un sabio amigo: le bajó dos rayas al tigre.

Nos vemos en Twitter @uncuadros

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