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Los cívicos

SERGIO AGUAYO

SERGIO AGUAYO

El domingo se presentó Ahora, un movimiento cívico-político, que está siendo juzgado con el prisma de las elecciones presidenciales de 2018. Es mucho más que eso. De hecho hay que buscar sus antecedentes en el Movimiento del 68.

Los marcados por aquel evento seguimos varias sendas. Algunos tomaron las armas y fueron aplastados con tanta brutalidad que germinaron un movimiento moderno de derechos humanos y una reforma electoral, la de 1977, que abrió las compuertas del poder a la izquierda, a la competencia política. Otro segmento del movimiento se lanzó a construir partidos y conquistar cargos.

Los que optamos por la tercera vía nos dedicamos a fortalecer a la sociedad civil amparándonos en el frondoso árbol de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una corriente ha sido en ocasiones identificada como los cívicos porque su expresión más acabada, Alianza Cívica, tuvo su etapa de mayor influencia entre 1994 y 2000, años clave de la alternancia. Los alianzos se distinguieron por impulsar elecciones limpias y confiables, transparencia y rendición de cuentas.

Los políticos de izquierda difícilmente hubieran llegado al poder sin el sacrificio de los guerrilleros y los esfuerzos de los cívicos y otras corrientes de la sociedad civil; fuimos la retaguardia estratégica de la alternancia. También fuimos ingenuos porque les ensillamos los caballos a los políticos creyendo que cuando llegaran al poder transformarían nuestras causas a políticas públicas. Nos equivocamos.

El balance es lamentable. Es claro que no debe generalizarse y que algunos de ellos son mejores que otros, pero observando el México actual puede concluirse que traicionaron los principios básicos de la democracia. Están anquilosados y, lo peor de todo, no se les advierte propósito de enmienda. Tomemos como ejemplo la capital: aquí, desde 1997, gobierna la izquierda nacida en 1968. Sin negar los avances en algunos derechos entristece lo generalizado de la corrupción, la ineficacia y el deterioro en la calidad de vida.

La reacción más fuerte contra Ahora ha venido de simpatizantes de Morena. Que Emilio Álvarez Icaza exprese su deseo de ser candidato independiente a la presidencia es visto como una maniobra de la derecha para quitarle votos a Andrés Manuel López Obrador. Respeto profundamente la honestidad de Andrés Mánuel y lo he apoyado en algunas de sus luchas. No me siento representado por su desdén hacia la sociedad civil y sus aportes y porque siga manteniendo o incorporando a su equipo a gente curtida en el arte del cobro de moches y la exigencia de cuotas.

Al día de hoy, el candidato de Morena gobernará México a partir de 2018. De ser el caso, Andrés Manuel pondrá en práctica su tesis de que la corrupción se barre de arriba hacia abajo. Como es discutible esa creencia por la gran fragmentación del poder, considero indispensable la limpieza de abajo hacia arriba y, en este terreno, los cívicos tenemos muchos años de trabajo con las comunidades.

Me invitaron a participar en Ahora. En otra etapa de mi vida me hubiera sumado porque tengo decenas de años participando en organizaciones horizontales y porque conozco la fibra ética y la capacidad organizativa de sus núcleos directivos. Soy académico y analista por convicción y mi proyecto para las próximas décadas está en la comprensión de la violencia criminal y en la elaboración de un modelo mexicano de cultura de paz desde mi institución, El Colegio de México. Colaboraré, por tanto, desde la independencia y presidiré el Comité de Ética Pública y Anticorrupción de Ahora que tendrá una integración y una vida autónoma.

La tarea de este Comité será frenar el acceso y evitar la permanencia de los corruptos y garantizar que el movimiento se apegue a los principios de transparencia y rendición de cuentas. Me cuidaré de mantener la objetividad y la independencia de mis análisis. Y si no lo hago, estoy seguro que me lo reclamarán.

En el México acosado por la violencia, la corrupción, la desigualdad y el gobierno de Trump es saludable el regreso de los cívicos como una organización nacional sustentada en luchas locales. Podría ser un espacio atractivo para quienes no encuentran cabida en las opciones existentes y desean zarandear una alternancia que no está funcionando. El paso está dado; que la historia ponga a cada cual en el lugar que le corresponda.

Twitter: @sergioaguayo

Escrito en: SERGIO AGUAYO cívicos, movimiento, poder, Andrés

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