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Economía del conocimiento

Pura Intuición

RAFAEL ALARCÓN

Esta semana se presentó el plan Estatal de desarrollo para este año, en donde se presentan las peticiones que los ciudadanos a través de la consulta popular ¿...? se realizaron y donde se presentan las necesidades y requerimientos que la sociedad pide a su gobierno y que deberá de vaciar en sus programas de trabajo.

Pero hay una visión de Durango 2030 en donde se proyecta las acciones de los ejes rectores que el Gobierno deberá trabajar para tener un Estado de primer mundo. ¿Cuándo será que nuestras autoridades vean y acepten el nivel de pobreza que se tiene aquí en el estado, el nivel de desempleo, el nivel de nuestros empresarios que se así se autoperciben manejando verdaderos modelos de negocios exitosos y que nuestra economía que es de corte comercial o changarrero y cuando nuestro nivel de sueldos es de los más bajos en el país y que esa es nuestra verdadera realidad?

Una visión a largo plazo debe de contener y basarse en una economía del conocimiento, en un reciente artículo el filósofo Daniel Innerarity expresaba "Hablamos de la sociedad del conocimiento con gran entusiasmo sin advertir las dificultades y exigencias nuevas que comporta, ni las competencias que han de adquirir en ella las personas y las organizaciones".

Ahora que decimos que las empresas deben incorporar el conocimiento para aumentar el valor de lo que hacen, tal vez no tengamos muy claro cómo manejar estas nuevas variables de la economía fuera de los tradicionales esquemas aprendidos y aplicados con éxito al mundo de la oferta y la demanda de los tangibles, las cosas.

Cuando la economía basa sus principios en la escasez de los recursos, pobreza bajo nivel educativo y su gestión optima, se aleja de los intangibles, ya que por naturaleza estos no se consumen ni se poseen en exclusiva. Los intangibles se poseen y se dan sin merma alguna, más bien al hacerlo aumentan en contenido y aplicabilidad.

Este nuevo espacio en el que estamos nos plantea a los receptores preguntas como: ¿Compramos saber o compramos entregables en forma de documentos en una consultoría?, ¿Qué debe contener un plan de proyecto para que se garantice que se compra saber y no cosas?, ¿Cómo garantiza un curso que se produzca un cambio en los modos de hacer, que es lo que buscamos?, ¿Queremos un curso de técnicas de venta o de un nuevo modelo de relación con los clientes?, ¿Qué se puede comprar en un curso, para que este sirva para un cambio?

Y si somos vendedores también necesitamos respuestas a estas y otras preguntas ¿Sabemos vender saber?, ¿Cómo nos diferenciamos de la competencia en esta venta de competencias?, ¿Nuestros equipos comerciales son los adecuados para vender saber?, ¿Quiénes son nuestros mejores vendedores y cuáles son los espacios de venta más adecuados?, ¿Cómo saber lo que sabe el cliente y como valorarlo en una relación gana-gana?, ¿Cuándo vendemos y transferimos saber en qué medida aprendemos del cliente?, ¿Y esto cuánto vale?

Nuestro problema en esta economía del conocimiento es que los esquemas mentales, los métodos y herramientas habituales de los recursos tangibles y escasos como bien se define la economía no nos sirven, pero a su vez estamos desprovistos de otro conjunto específico para ello. No tenemos consenso ni respuestas certeras en la equivalencia y disparidad, entre los recursos tangibles e intangibles.

Todas estas preguntas están latentes en lo cotidiano de las conversaciones, de las propuestas, de las ofertas, de los contratos de los proyectos y de las alianzas que se intercambian compradores y vendedores de saber. Pero no queremos profundizar en buscar las respuestas correctas pues pondrían en tela de juicio muchas de las cosas que desde siempre venimos haciendo.

Pero no sólo tenemos que repensar el comprar saber sino que también lo tenemos que considerar en el vender saber. Este es el gran reto de una sociedad que desea crecer que desea trascender en el ámbito local, nacional e internacional. Los propios procesos de venta de nuestra realidad son también son deficientes y en muchos casos muy insuficientes en el sentido de la poca importancia que se da a probar y evaluar las interacciones entre las personas que van a participar, que son las auténticas situaciones de transferencia y cocreación de conocimiento.

El diseño de lo que se va a hacer, que explicita el vendedor, se centra mucho más en los entregables, el precio unitario, los costos y el plazo de ejecución. El proyecto se transforma en una venta de los resultados de tareas, en un suministro de actividades cuantitativas en horas, y apenas en una evaluación sistemática del conocimiento inicial, el transferido y el resultado de la madurez o autonomía del saber aplicar, originado en el corto, para evolucionar en el medio y largo plazo del comprador.

En conclusión: ¿qué tenemos para vender al mundo, que tenemos para que la sociedad nacional vuelva sus ojos hacia nuestro estado? Es mi intuición que nuestro estado debe de resolver muchos tópicos de orden primario para que el inversionista, el industrial , el turista vea un Durango atractivo y entonces sí podremos fincar nuestra vida en una economía del conocimiento como las grandes ciudades del mundo ¿o usted qué opina?

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Escrito en: Pura Intuición economía, saber, conocimiento, nivel

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