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ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Esta pequeña flor no tiene nombre propio. En modo colectivo la llaman alfombrilla. Si estuviera sola nadie la vería, tan diminuta es. Pero con sus infinitas hermanas forma una gran alfombra de intenso color amarillo. La ves y piensas que el Sol se ha echado a dormir sobre la hierba.

Yo voy de madrugada, a pie, hacia la huerta que dicen del Rodeo, pues he oído que están bajando los venados a pacer ahí. No dejo el camino para no pisar este floral tapete de luz y oro. Me sale al paso un recuerdo penoso: un día, hace ya muchos días, corté una de esas florecillas niñas para verla de cerca. Sentí al punto como si las hubiera cortado todas, y me avergoncé. Querría saber si me ha perdonado ya.

Procuro aprender la lección de la alfombrilla. Cada uno de nosotros, solo, es nada o casi nada. Con los demás podemos hacerlo todo, o casi todo. Yo solo nada puedo. Contigo puedo hacer que baje el Sol y pinte el campo con el color del oro y de la luz.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador color, nada, casi, alfombrilla.

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