Editoriales

Mirador

ARMANDO FUENTES AGUIRRE (CATÓN)

Llegó sin anunciarse y dijo:

-Soy el número uno.

Contesté:

-Lo reconozco. Y me reconozco en usted: todos creemos ser el número uno. Eso es parte de nuestro instinto de conservación. La humildad está bien en un convento, pero no sirve mucho en los combates de la vida. Cada persona, por insignificante que sea, es el centro del mundo, pues todo se da en torno de ella. De ahí la dignidad de cada hombre, de cada mujer, de cada anciano o niño. Todos son el número uno, y así debemos tratarlos a todos, de igual a igual. Tú eres el número uno, y yo también.

Dijo el número uno:

-No entiendo sus elucubraciones, pero repito que yo soy el número uno.

-Quizá lo sea -respondí-, pero sólo uno más entre los incontables unos que en el mundo hay. Si usted no acepta eso es que no tiene calidad para ser el número uno.

No dijo más. Se fue refunfuñando. Eso me hizo pensar que no tenía derecho a ser el número uno.

¡Hasta mañana!...

Escrito en: Mirador número, cada, uno,, uno: -No

Noticias relacionadas

EL SIGLO RECIENTES

+ Más leídas de Editoriales

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas